Generación incrédula - Alfa y Omega

Generación incrédula

Lunes de la 7ª semana del tiempo ordinario / Marcos 9, 14-29

Carlos Pérez Laporta
Jesús habla con sus discípulos. James Tissot. Museo de Brooklyn, Nueva York.

Evangelio: Marcos 9, 14-29

En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos.

Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.

Él les preguntó:

«¿De qué discutís?».

Uno de la gente le contestó:

«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen, no han sido capaces».

Él, tomando la palabra, les dice:

«¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuando os tendré que soportar? Traédmelo».

Se lo llevaron.

El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.

Jesús preguntó al padre:

«¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».

Contestó él:

«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».

Jesús replicó:

«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».

Entonces el padre del muchacho gritó:

«Creo, pero ayuda a mi falta de fe».

Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:

«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».

Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.

El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.

Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.

Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:

«¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?».

El les respondió:

«Esta especie solo puede salir con oración».

Comentario

Al bajar del monte han llegado «donde estaban los demás discípulos». Son los que no han estado con Él en el momento de la transfiguración. En su ausencia han intentado hacer un milagro, pero no han sido capaces. Jesús les ha dicho que este milagro «solo puede salir con oración». Pero, ¿es que acaso no oraban? ¿Acaso no han intentado sanar a aquel chico con rezos?

Parece más probable que la referencia de Jesús vaya más allá de la oración formal, de la recitación de oraciones y los rezos. De hecho, en contraste con la contemplación de la transfiguración, los discípulos en su ausencia tenían a «unos escribas discutiendo con ellos». En lugar de orar parece que se habían enzarzado en una discusión doctrinal. La ausencia de Jesús había provocado que los discípulos sustituyesen la oración —que no es otra cosa que la relación con Jesús— por otras cosas aparentemente doctas. En lugar de esperar a Jesús, y vivir la oración en ausencia de Jesús como petición y espera, lo han sustituido. Aún cuando en la oración aparezca a los sentidos la ausencia, la fe no debe distraerse y debe insistir en la esperanza; la fe que no ve ora para poder ver más: «Creo, pero ayuda mi falta de fe».

Por eso Jesús los reprende: «¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?». Parece estar ya dominado por el pensamiento de su muerte. Está cansado. Estar con ellos es lo que le cansa, porque estar con ellos de ese modo significa estar limitado por el espacio y el tiempo. Cuando no esté con ellos, porque haya muerto, ya no se verá limitado por el espacio y el tiempo. Cuando resucite podrá estar corporalmente presente con ellos en todo momento y en todo lugar, sin cansarse.