Tarea de todos
El Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios que se está celebrando en Roma no debe resultar ajeno al resto de la Iglesia, que no está participando en él directamente. El estudio, la profundización y el anuncio de la Buena Noticia transmitida en la Escritura compete a todos los católicos. Ése es el sentir general de los obispos españoles que han escrito al respecto. He aquí algunos fragmentos:
Se trata de proclamar y anunciar el Evangelio, con toda la plenitud de la revelación del Dios que nos ha creado y redimido por Jesucristo, a nuestros coetáneos, escépticos y profundamente desorientados y hasta desalentados en la conducción de sus vidas, aunque ansiosamente nostálgicos de luz y de verdad, para acertar con el camino que pueda llevarlos a su verdadero bien, ¡a su salvación!, venciendo el mal y la muerte. Que los hombres de hoy puedan conocer de nuevo a Jesucristo como la Palabra, hecha carne y que habita entre nosotros, por la cual todo fue creado y por la cual todo ha sido restablecido y salvado, desde el árbol de la Cuz y por la victoria pascual de la Resurrección, es la gran cuestión para el hombre del siglo XXI, como lo fue y lo será para el hombre de todos los tiempos, y, por lo tanto, también es el gran reto apostólico y pastoral para la Iglesia que ha iniciado una nueva andadura sinodal.
Como en el día de Pentecostés los apóstoles recibían el Espíritu Santo, también ahora en este momento sinodal, sucesores suyos, representando al episcopado mundial, presididos por el sucesor de Pedro, necesitan, con tanta o mayor urgencia, la protección de la Madre de la Iglesia. ¡Orad por nosotros!
Un camino común
El modo de trabajar el Sínodo de los Obispos se basa en la colegialidad, concepto que está en la base de todo su procedimiento, desde los primeros pasos hasta las conclusiones que se aprueban en cada asamblea sinodal. Si a esto añadimos que, antes de reunirse los padres sinodales en Roma, toda la Iglesia a nivel de obispos, sacerdotes, fieles, universidades de la Iglesia ha podido reflexionar y enriquecer un primer documento de Propuestas, no es difícil advertir que el Sínodo es un verdadero caminar todos juntos, pastores y fieles, en una misma dirección.
Recemos con especial fervor y constancia durante todo este mes de octubre, pidiendo a la Santísima Virgen que interceda ante su Hijo para que envíe la luz y el amor del Espíritu Santo sobre este grupo de obispos que se reúnen en Sínodo en Roma.
Labor de los laicos
Tenemos los católicos un problema de inapetencia; nos falta hambre de la Palabra de Dios. Un déficit preocupante en una verdad de nuestra vida que, en realidad, debería hacernos estremecer de gozo: que Dios ha hablado al hombre. En ese Sínodo de los Obispos en Roma, mucha gente trabajará. ¿Qué haremos tú y yo?
Corresponde a los fieles lacios, para desarrollar su misión en el mundo, proclamar la Buena Noticia a los hombres y mujeres en sus diversas situaciones de vida. Y es que el seglar no debe ser solamente un oyente pasivo, sino que debe participar activamente en todos los campos donde entra la Biblia: en el estudio científico, en el servicio de la Palabra en la Liturgia, la catequesis o la animación bíblica. Aprovechad, queridos seglares, ese medio privilegiado que es la catequesis dentro de las familias con la profundización de la lectura y la preparación de la Misa dominical. Iniciad a vuestros hijos en la Sagrada Escritura con la narración de las grandes historias bíblicas, especialmente la vida de Jesús, y con la oración inspirada en los Salmos u otros libros revelados. También los movimientos, grupos, asociaciones, cofradías o nuevas comunidades debéis redescubrir la Palabra de Dios, para tener vida según el Espíritu. Conoce, celebra y vive la Palabra de Dios.
Luces y sombras
Desde la celebración del Concilio Vaticano II, ha existido un contacto más intenso con la Palabra de Dios por parte del pueblo cristiano como consecuencia de la renovación bíblica, teológica y catequética. Durante estos años, bastantes cristianos han encontrado en la Palabra divina el medio para descubrir la voluntad de Dios, para progresar en el camino de la conversión y para fortalecer la fe, la esperanza y la caridad. No obstante, a pesar de estos progresos y de estos resultados positivos, debemos reconocer que bastantes cristianos sólo escuchan la Palabra de Dios en la Eucaristía dominical. Otros, que no participan en la misa dominical, desconocen la Biblia o la interpretan de forma arbitraria y subjetiva, pretendiendo encontrar en ella justificación para sus comportamientos y apoyo para defender su relativismo en cuestiones éticas y morales. Reconociendo los aspectos positivos, por los cuales hemos de dar constantemente gracias a Dios, debemos tener presente que es mucho lo que aún nos queda por hacer. Por ello, durante este tiempo, debemos orar por los trabajos del Sínodo, permaneciendo muy atentos a las deliberaciones y conclusiones del mismo.