Cuando se sale de la propia zona de confort y se padecen situaciones de amenaza, se agudiza el ingenio. Tal vez sea el instinto de supervivencia. Sin llegar a tanto, en Stella Maris tenemos que echar imaginación ante ofrecimientos y demandas tan variados como las que nos plantean los marinos cuando visitan nuestro centro de acogida dentro del puerto. «Os damos un cordero congelado», nos ofrecía un día el cocinero de un barco que debía emprender su última ruta antes de ser vendido o traspasado de compañía. Y, ¿qué hacemos nosotros con un cordero? En Stella Maris no cocinamos, más allá de la paella de algún día en el que celebramos una comida de hermandad, durante las fiestas… Ofrecer un cordero para ser comido antes de que se estropee, comprar un karaoke o una bicicleta, ir a la tienda de zapatillas, conseguir una tarjeta telefónica, ponerse a llorar… Las demandas, a veces incluso las más extrañas, nos desvelan indirectamente la vida de la gente de mar, también muy variada y creo que nunca monótona.
La vida en el barco siempre es dura. Vivir en el mismo lugar donde se trabaja cuesta. Pero no todos los barcos son iguales ni las tripulaciones tampoco. Es una vida variada en condiciones y circunstancias personales y laborales, como variados son los países de procedencia de los marinos. Cuando venden o desguazan un barco hay que vaciar despensa y cámara frigorífica. Pero, con el barco, también se desguaza una tripulación que se deshace o que se malvende con el buque.
El karaoke es la punta del iceberg que muestra la necesidad de entretenerse cuando se pasan largas horas en alta mar, o incluso meses sin bajar a tierra. O enseña, simplemente, la voluntad de alegrar a alguien que celebra su cumpleaños. Las zapatillas son para llevar un regalo al hermano o al hijo que hace tanto que no ven. La tarjeta telefónica, para saludar a la esposa o la madre preocupada. Solo hay que imaginar y saber ver más allá de las palabras. Porque detrás de cada persona hay una historia.
Por cierto, el cordero llegó a buenas manos. Con una agenda de contactos actualizada, se encuentran rincones solidarios que dan de comer a la gente cada día, y en los que siempre sienta bien un extra.