Más de 450.000 muertos: el balance del conflicto colombiano
La Comisión de la Verdad de Colombia ha presentado su informe final, que revela que, además del casi medio millón de muertos, hay 121.000 desaparecidos y 7,7 millones de desplazados internos. «La centralidad de las víctimas es un elemento clave», aseguran
Hace poco más de una semana, el martes 28 de junio, Colombia dio un paso de gigante para tratar de superar definitivamente el conflicto armado que ha desangrado literalmente al país a lo largo de las últimas seis décadas. La jornada comenzó con la publicación del informe final de la Comisión de la Verdad, un organismo presidido por el jesuita Francisco de Roux y que surgió del documento de paz firmado entre el Estado y las FARC en 2016 para dar una explicación a esta tragedia, cuyas principales víctimas han sido los civiles. «De momento hemos presentado lo que aquí se conoce como la pepa del almendrón, que es la parte nuclear del trabajo que ha realizado la comisión los últimos cuatro años», explica el médico y psicólogo español Carlos Martín Beristain, que cuenta con una vasta experiencia como investigador de violaciones de derechos humanos y es un referente en la atención psicosocial a las víctimas, además del único extranjero que forma parte del equipo.
La pepa del almendrón en realidad es uno de los once capítulos de los que consta el informe final Hay futuro si hay verdad. Tiene una extensión de 896 páginas y oficialmente se titula «Hallazgos y recomendaciones». En él se explican los factores de persistencia del conflicto armado y el camino de salida del mismo. «Hay que tener en cuenta que Colombia ha tratado de salir de la guerra muchas veces, pero los acuerdos de paz siempre se han frustrado en el último momento». Por eso, «era importante analizar las cosas que han alimentado la guerra y que han bloqueado la solución».
de los colombianos se han visto afectados de una u otra manera por el largo conflicto armado
Para el comisionado español, el conflicto se ha visto espoleado por dos factores: la lucha por el poder, «por lograr un espacio de participación política ante la realidad de ser un ámbito muy excluyente», y la lucha por la tierra: «Colombia tiene un índice Gini —que mide la desigualdad e inequidad de los países— de los más altos del mundo en lo que se refiere a la propiedad de la tierra». En una escala del cero al uno, tiene una tasa del 0,92. «Es decir, ha habido una acumulación de la tierra por unos pocos sectores y una descampesinización de las áreas rurales», explica Beristain. Muchas de esas tierras han sido adquiridas por el narcotráfico, convirtiendo a Colombia en el mayor productor de coca del mundo. Una planta que también ha servido para financiar las actividades de la guerrilla.
Otra de las recomendaciones que plantea la Comisión de la Verdad es el cambio del modelo de seguridad del país, pues «este no ha permitido dar protección a la población civil». Colombia tiene el segundo mayor Ejército y presupuesto militar de toda América, solo por detrás de Estados Unidos. «La fuerza pública está formada por medio millón de personas, entre militares y policías, pero eso no ha evitado que el conflicto haya dejado nueve millones de víctimas», denuncia Beristain, que atiende a Alfa y Omega durante su viaje a Bruselas para presentar el informe. Y añade: «Muchas veces se dan soluciones militares a problemas que son sociales y que necesitan un diálogo y una negociación».
La responsabilidad del Estado
El documento, sin embargo, comienza hablando de las víctimas, categoría en la que entran uno de cada cinco colombianos. «La guerra ha afectado al 20 % de la población». De todos ellos, «el 90 % han sido civiles», revela Beristain. El informe también habla de 50.770 personas secuestradas, 121.768 desaparecidas, 450.664 asesinadas y 7,7 millones desplazadas forzosas. Ante tanto sufrimiento, «el primer paso que hemos querido dar es el de la reconstrucción del tejido social», para lo que «es necesario comenzar calificando de intolerable lo ocurrido y hacer un reconocimiento plural de ese sufrimiento. La centralidad de las víctimas es un elemento clave», asegura el psicólogo, unas palabras que están avaladas por los más de 30.000 testimonios que han escuchado en la comisión, 14.000 de los cuales están incluidos en el informe final.
Y si hay víctimas, hay agresores. Los principales han sido los grupos paramilitares, «el actor más violento y atroz del país». De hecho, ellos son los responsables del 45 % de los asesinatos perpetrados. Un dato que apunta directamente al Estado, porque «estos grupos han trabajado de la mano de muchos agentes y personal de las Fuerzas Armadas». Beristain también culpa a los distintos gobiernos de «que no hayan abierto espacios políticos para la participación democrática, lo que ha alimentado claramente el conflicto», o la desprotección de la juventud, «lo que ha facilitado el reclutamiento».
Las guerrillas, por su parte, «son los responsables de haber mantenido la lucha armada durante tantos años. Si hubieran firmado la paz en 1999, Colombia se habría evitado la mitad de la guerra y de los muertos». Por último, Carlos Martín Beristain, que ha trabajado dentro de Justicia y Paz Colombia o la pastoral social del país, señala a la Iglesia. «Tuvo una visión, alimentada desde los púlpitos, en la que calificaba de enemigo a todo el que pensaba diferente. Hubo una parte que apoyó esa lógica del enemigo interno», concluye el comisionado, que sin embargo destaca que «hay quien ha tenido un papel destacado en la defensa de los derechos humanos».