La ciencia y la fe no solo son compatibles sino que se refuerzan mutuamente. Históricamente, el concepto cristiano de un Dios respetuoso con la razón ha favorecido la búsqueda de orden en la naturaleza. Dentro de una cosmovisión que distingue entre creación y Creador, el universo goza de una autonomía propia y por lo tanto hay que observarlo para llegar a conocer sus leyes. Por otro lado, como decía Louis Pasteur, padre de la medicina moderna, «un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a Él». En efecto, el panorama de conocimiento que nos presenta la ciencia moderna, y en particular la física, es tan sobrecogedor que cabe afirmar, en contra del difundido estereotipo, que un científico tiene más razones para creer en Dios que alguien sin formación científica. El físico austríaco Anton Zeilinger, líder mundial en comunicación cuántica, afirmaba recientemente: «Algunas de las cosas que descubrimos en la ciencia son tan impresionantes que he elegido creer».
Es asombrosa la elegancia matemática de las ecuaciones que describen las tres fuerzas (gravitatoria, electrodébil y nuclear fuerte) que operan en la materia conocida. Sigue vivo el sueño de unificarlas en una sola fuerza y de llegar a comprender la materia y la energía oscuras. Es asombrosa la física cuántica, que a escala microscópica garantiza la estabilidad de la materia y en particular la solidez del enlace químico, mientras que a escala macroscópica presenta una dosis de indeterminismo compatible con una libertad humana real. Son asombrosas unas leyes físicas que permiten la aparición de un universo portentoso que puede albergar, en un delicado rincón, una materia biológica suficientemente compleja como para dar soporte a esa mente humana que a su vez es capaz de descubrir, crear y amar.
Con toda su grandeza, el conocimiento científico tiene sus limitaciones. En primer lugar, existen los límites provisionales, aquellos que son constantemente desplazados por la investigación científica. Hay también unos límites más fundamentales –que podríamos llamar externos– que hacen referencia a conceptos que quedan fuera del alcance del método científico. Estos conceptos describen realidades espirituales como Dios, el alma, el bien o la belleza.
Más allá del método científico
Finalmente, existen unos límites menos conocidos –que podríamos llamar internos– que señalan realidades que, perteneciendo al dominio de la ciencia, no son alcanzables por ella. Dos ejemplos destacados son la indeterminación cuántica y la incompletitud matemática. La combinación del principio de incertidumbre de Heisenberg y la teoría del caos nos permite afirmar que la información precisa sobre el futuro no existe porque no tiene soporte físico posible; el futuro está indeterminado. Por otro lado, el matemático austríaco Kurt Gödel demostró que, en un sistema lógico suficientemente complejo como para incluir la aritmética, hay teoremas que, siendo ciertos, nunca podrán ser demostrados. Una consecuencia es la existencia de problemas indecidibles. Por ejemplo, Gregory Chaitin ha demostrado que no existe un algoritmo que pueda determinar en general el carácter aleatorio de un proceso. Si entendemos que azar y finalidad son conceptos opuestos, se concluye entonces que el debate sobre presencia o ausencia de finalidad en la naturaleza queda fuera del método científico y solo puede ser abordado desde la razón filosófica.
Fernando Sols
Las Jornadas Ciencia, fe y la búsqueda de la verdad, que se celebran hoy y mañana en el Colegio Mayor San Pablo, de Madrid (calle Isaac Peral, 58), surgen del Grupo de trabajo Ciencia y fe. Este grupo surgió en el seno de la Asociación Católica de Propagandistas «para discutir temas relacionados con la relación entre la ciencia y la fe. Después de tres años de trabajo sobre temas muy interesantes», pensaron ofrecer este encuentro a un público amplio «para dar a conocer esta tarea», pues «hay mucha gente con interés por estos temas», explica don Francisco Molina, miembro de la ACdP y responsable del grupo. Las Jornadas serán inauguradas por el Presidente de la Asociación, don Carlos Romero, y se dividen en tres bloques. Se comenzará hablando de Materia y cosmos, donde intervendrá el doctor Sols y se celebrará la mesa redonda La visión desde la ciencia, la visión desde la fe. En la tarde de hoy, la atención se centrará en La vida, con sendas conferencias de don Javier Pérez Castells, catedrático de Química Orgánica de la Universidad CEU San Pablo, y don Nicolás Jouve, catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares. Por último, mañana por la mañana, tendrá lugar la sesión sobre El ser humano, con una conferencia de don Manuel Alfonseca, catedrático y profesor honorario de Lenguajes y Sistemas Informáticos, de la Universidad Autónoma de Madrid, y una mesa redonda sobre Ciencia, tecnología y humanismo cristiano.