Omella: «El Papa conoce muy bien España y a los obispos»
Francisco recibe este viernes al segundo grupo de obispos españoles en visita ad limina. Entre ellos, el arzobispo de Barcelona y presidente de la CEE
Después del parón por las fiestas navideñas, los obispos españoles retoman la visita ad limina apostolorum, que se completará durante este mes de enero con tres grupos. Esta semana es el turno de los obispos de las provincias eclesiásticas de Barcelona, Tarragona y Valencia. Como es habitual, desde el lunes y hasta el sábado mantienen reuniones de trabajo con los distintos organismos de la Curia romana y celebran la Eucaristía en las basílicas romanas. Este viernes se encontrarán con el Papa Francisco, al que podrán plantear cualquier tipo de pregunta o tema durante un tiempo no definido de antemano.
A la cabeza de esta delegación está el arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, que, además, es el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). En conversación con Alfa y Omega, señala que el objetivo de esta visita es «reforzar los lazos de comunión con el Papa, con la Iglesia madre de Roma, y retomar fuerzas en el contacto con el Pontífice y con los dicasterios para seguir proclamando la Buena Nueva en medio de nuestro mundo». «Vivir la comunión y el entusiasmo por seguir evangelizando. Estos dos objetivos son fundamentales», insiste.
El purpurado lleva al diálogo con el Papa «los gozos y sufrimientos propios como pastor y también los del pueblo de Dios». A nivel general, señala el reto de «la Europa envejecida que pierde vigor, alegría y esperanza». Ve esta situación con preocupación, pero también advierte brotes verdes, pues hay «una sociedad que quiere ser más solidaria, más unida y acogedora, donde se manifiesta el gran mensaje de Jesús». «Por ahí van las preguntas. Luego ya bajaremos a los detalles», reconoce.
En su opinión, los principales desafíos que afronta la Iglesia en nuestro país de cara al año que acaba de comenzar tienen que ver, por una parte, con el anuncio explícito del mensaje de Jesús. «Nuestra sociedad ha sido muy católica, pero esto se ha ido enfriando y se han perdido los valores cristianos». Esta tarea, añade, se tiene que hacer, fundamentalmente, a través de la familia, que es elemento clave «para la transmisión de la fe». «Es en el ámbito familiar donde se aprenden los valores, entre los que están los del Evangelio. Tenemos que ayudar a la familia para que esté más unida y sea Iglesia doméstica, donde se vive la alabanza, se comparte la fe y uno se convierte en apóstol», subraya.
El presidente del episcopado español también se refiere a la situación social que vive nuestro país, producto de la pandemia, así como al paro o al precio de la electricidad, y defiende la labor de la Iglesia, que es «un signo de esperanza para mucha gente, un ámbito solidario y acogedor».
Otro reto es el Sínodo, es decir, «redescubrir que la Iglesia no es clerical, sino pueblo de Dios, que tiene mucho que decir y aportar». En este sentido, recalca la importancia de caminar juntos y de asumir las responsabilidades de manera compartida. «Esto nos cuesta, porque, a veces, somos muy personalistas», continúa.
Una cuestión importante también es la de los abusos que, con toda seguridad, los obispos abordarán con la Congregación para la Doctrina de la Fe, la competente en esta materia. Omella no tiene ninguna duda de que el Vaticano dará el visto bueno al decreto aprobado por la CEE en Asamblea Plenaria el pasado mes de noviembre, de modo que se convierta en vinculante en todo el territorio nacional. «Es un tema que nos duele a todos. La Iglesia siente el dolor de las víctimas y quiere estar cerca de ellas. Y queremos trabajar para que no vuelva a suceder. No queremos pasar página», afirma.
En el diálogo con el Pontífice, los obispos están, según el propio Omella, «abiertos a las palabras del Papa», a lo que les quiera decir. «Seguro que tiene una palabra para cada uno de nosotros. Conoce muy bien España y a los obispos españoles. No le tenemos que explicar mucho», reconoce.
Sin dos auxiliares
El cardenal Omella acudirá a la visita solo con uno de sus obispos auxiliares, Javier Vilanova, pues Antoni Vadell, que padece un cáncer de páncreas, ha estado hospitalizado desde el 18 de diciembre hasta este lunes, mientras que Sergi Gordo ha sido positivo por COVID-19.
Sobre Vadell, que ahora recibe atención domiciliaria tras su mejoría clínica, reconoce que como colaborador, hermano y amigo «duele y cuesta aceptar» su enfermedad. También porque afecta a alguien joven y detiene su tarea apostólica. Sin embargo, añade, Vadell les está demostrando que hay muchas maneras de trabajar. «Me impresiona cómo vive su enfermedad. Con paz y con confianza total en Dios. Él me ha dicho que lo ofrece por la Iglesia universal, por la diócesis y, en concreto, por la Pastoral Juvenil de Barcelona», explica.
Aunque el Papa conoce bien su situación —le llamó en junio, nada más conocer la noticia, y la semana pasada se puso en contacto con su madre y luego con su hermano, que le acompaña en el hospital—, Omella recordará al Pontífice la ausencia del obispo auxiliar. «Como padre, Francisco comparte el sufrimiento de sus colaboradores. Aunque sean auxiliares, también son hermanos suyos», apunta.
Finalmente, el encuentro con Francisco dará otra oportunidad a los obispos para invitarle de nuevo a viajar a España. Hay dos excusas o motivos: el Año Santo Compostelano y el Año Ignaciano: «Nos encantaría que pudiera venir a España, a Santiago de Compostela y a Manresa. ¿Qué hará? Solo lo sabe el Espíritu Santo y el propio Papa. Ojalá» la respuesta sea que viene.