«La situación de los migrantes no ha cambiado mucho con Biden»
Los obispos de EE. UU. han elegido a Mark Seitz, obispo de El Paso, como su voz en materia de migraciones. «Se sigue forzando a gente a volver a situaciones inseguras», denuncia
Tras los «signos esperanzadores» al comienzo del mandato de Biden, «tristemente la situación no ha cambiado mucho» en Estados Unidos, lamenta en conversación con Alfa y Omega Mark Seitz, obispo de El Paso (Texas). Su diócesis fue testigo el 8 de diciembre de la expulsión de dos migrantes, uno de ellos el nicaragüense Enrique Manzanares, tras la reimplantación del programa Quédate en México. Seitz criticó en Twitter que políticas como esta «no pasan la prueba evangélica de la hospitalidad al hermano y el amor al prójimo». Se sumaba a más de 80 entidades católicas que pidieron poner fin de forma definitiva a lo que oficialmente se conoce como Protocolos de Protección al Migrante (MPP por sus siglas en inglés).
Bajo los MPP, instaurados por Donald Trump, Estados Unidos obligó a 71.000 solicitantes de asilo a esperar el desenlace de su solicitud en México. Biden los canceló, y buena parte de esas personas pudieron entrar en el país. Sin embargo en agosto, tras un recurso de los estados de Texas y Misuri, un tribunal de distrito anuló la cancelación. La Administración Biden apeló, pero ha recuperado los MPP con algunos cambios: no se expulsa a personas vulnerables, y a los expulsados se les ofrece la vacuna de la COVID-19. «Es su enfoque, pero sigue teniendo el mismo efecto: forzar a personas que llegaron asumiendo un gran riesgo a volver a situaciones inestables e inseguras», afirma Seitz. Por eso se muestra «muy preocupado», y convencido de que había alternativas.
El obispo de El Paso fue elegido en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Estadounidense de noviembre nuevo presidente de su Comité de Migración. Tomará posesión en noviembre de 2022, después de doce meses para familiarizarse con el puesto. La realidad migratoria ya la conoce, pues es una de las voces más destacadas del episcopado de su país sobre esta cuestión.
Además del retorno de los MPP, en el contexto de la pandemia la Administración Biden ha continuado con la política instaurada por Trump de utilizar la sección 265 del Título 42 de la legislación federal, relativa a la salud pública, para expulsar a inmigrantes irregulares recién llegados. Desde marzo de 2020, 1,2 millones de ellos han sido devueltos a México o a su país de origen, «sin que les preguntaran la razón por la que estaban aquí ni a qué riesgos se enfrentaban al volver», lamenta el prelado.
Debido a esta política, «en nuestros centros para inmigrantes ahora no hay mucha gente». La mayor parte del movimiento que ven en El Paso está organizado por las autoridades. «Desde el sur de Texas o desde Arizona», donde la Policía fronteriza está «desbordada», llegan vuelos con inmigrantes para tramitar su caso en El Paso, o (con más frecuencia) para expulsarlos a través de Ciudad Juárez si las autoridades mexicanas de otros estados no los aceptan. «Muchas veces no saben a dónde van» al meterse en los autobuses, y cuando «se intenta hacer algo es demasiado tarde», relata. Un reciente informe del Hope Border Institute, entidad católica de El Paso, revela que al ser devueltos a México muchos han sufrido «secuestros, violencia y separación familiar».
Un beneficio para la Iglesia
Con todo, Seitz subraya que más allá de valorar políticas concretas, la «principal responsabilidad» de la Iglesia en el ámbito de las migraciones es «predicar el Evangelio de forma que no solo sea una serie de lugares comunes espirituales, sino que enfatice el impacto en nuestra vida de seguir las enseñanzas de Jesús». Especialmente en relación a los pobres. Y entre ellos a «las personas que dejaron su hogar y todo lo que tenían y conocían para proteger sus vidas y las de sus familias», y que «con frecuencia son rechazadas y vistas como subhumanas».
Para él, es prioritario «ayudar a la gente a dar a conocer sus historias». Cuando se logra esto, «ven que no hablamos de números, entienden qué es lo correcto y el camino del Evangelio se vuelve más comprensible». Por eso, subraya que en la ayuda a los migrantes la Iglesia se beneficia más que ellos, porque «es parte de nuestra conversión».
La elección de Seitz como responsable de Migración del episcopado pasó bastante desapercibida frente al asunto que acaparó toda la atención mediática durante la Asamblea Plenaria: la aprobación casi unánime de un documento sobre la Eucaristía, envuelto en una viva polémica sobre si afirmaría o no que los políticos católicos que, como Biden, defiendan el aborto, no pueden recibir la comunión. «La gente esperaba más conflicto y división entre los obispos de la que había» en realidad, opina Seitz.
Reconoce que tienen «enfoques pastorales diferentes para llegar a la misma meta». Pero determinaron «hace tiempo» que «nuestra política no debía ser sacar ningún documento que dijera» algo así. Este, en concreto, busca que «todo el país llegue a una comprensión más profunda del don de la presencia y el sacrificio de Cristo».
El Tribunal Supremo de Estados Unidos se enfrenta a un caso que cuestiona la sentencia de Roe contra Wade, que en 1973 obligó a todos los estados del país a permitir el aborto. A pesar de la mayoría conservadora, Seitz no cree que opten por «una anulación directa», sino por alguna formulación intermedia. Incluso si se anulara, «no protegerá a los no nacidos» porque «algunos estados seguirán teniendo leyes que lo permitan casi sin restricciones».