No aparecerá en las candidaturas de los Goya, pero a estas alturas pocos pueden dudar de que Santiago Segura es todo un rey Midas audiovisual. Lo ha hecho, lo sigue haciendo cada verano en la gran pantalla, y saca nota cada vez que se asoma a la pantalla pequeña. En Viaje al centro de la tele, que Televisión Española ha recuperado para su prime time, cada noche después del Telediario, Segura solo le pone la guinda a un pastel que es un manjar preparado por otros, pero sin Santiago no sería lo mismo.
Para los que no lo hayan visto nunca, este viaje de retales es un divertidísimo repaso por el ingente archivo de Televisión Española. Dirigido por Pedro Santos y la voz en off de Santiago Segura, la mayoría de los programas siguen un hilo conductor basado en grandes éxitos de la tele añeja. La búsqueda de fragmentos en la caja de la televisión pública es, sencillamente, brillante. No sé si el espectador puede hacerse una idea del ingenio que supone y de las horas de precisa búsqueda en los servicios de documentación que conlleva. Además, el montaje es muy ágil y se adereza, a menudo, con subtítulos en los que no siempre es fácil mantener el equilibrio y no pasarse de la raya. Aun así, en la mayoría de las ocasiones, el humor es blanco y la presentación de los frikis que por la tele han circulado son respetuosos.
En mi opinión, los más interesantes son los monográficos dedicados a un programa o a un personaje en concreto. Pueden rescatarlos de la web. Es emocionante, a modo de botón de muestra, el homenaje a Chicho y a su Un, dos, tres, titulado Hasta aquí puedo leer.
Lo han adivinado: siempre pueden sentar a su hijo adolescente a su lado y aprovechar para contarle quién fue el Fary, pero Viaje al centro de la tele es, sobre todo, televisión para los que peinamos alguna cana y no dejamos de buscar en el imprescindible baúl de los recuerdos.