Desde que los programas de televisión se pueden ver, con facilidad, a la carta, ya no sirve la disculpa del biorritmo. Seas búho o alondra, noctámbulo o madrugador, siempre se agradece una bocanada de aire fresco, a cualquier hora del día, aunque el programa esté pensado para eso que se conoce genéricamente como el late night (la tardía hora de irse a la cama en España).
TRECE necesitaba una apuesta de esta altura. Por eso es de agradecer que se haya subido a La Azotea, un programa diario, de lunes a jueves, que arranca a las 00:30 horas y que pretende que nos vayamos a la cama (o que saltemos de ella) con una buena dosis de sano entretenimiento.
La Azotea rememora en su nombre la aventura de aquellos muchachos que un buen día de enero de 1969 se subieron precisamente a una azotea londinense para dar un concierto en directo y poner punto y final a la historia eterna de los Beatles. Antonio Hueso, con mucho rodaje en radio musical, y María Ruíz, a la que ya conocíamos de TRECE al Día, nos ofrecen un cóctel aderezado con música, entrevistas y secciones desenfadadas, con colaboradores habituales. Lo mismo nos traen a los Hombres G, que han sacado nuevo disco y andan de gira, que al mítico Ariel Rot, o a caras muy reconocibles del espectáculo, como por ejemplo Luis Merlo. No es necesario inventar la rueda. Hay que hacer fácil lo sencillo y esto es, sin complicaciones, un agradable espacio, puesto al día, de lo que siempre fue un programa de variedades.
Para salvar el obstáculo del consumo a deshoras, tienen todos los vídeos, con los programas íntegros en la web de TRECE.
Ante otras apuestas, en la línea chabacana de noches que cruzaron el Mississippi, TRECE busca pescar, sin estridencias, en el difícil hueco del espectador de mediana edad, con un formato de medios austeros, pero bien empleados. Hay ratos en los que parece que tenemos puesta de fondo Cadena 100. Ese es el estilo, hecho tele, sin más pretensión que entretener y terminar (o empezar) el día de buen rollo, que no es poca cosa.