«Han aumentado las autolesiones y los problemas de ansiedad»
El Observatorio de la Esperanza alerta de que en el año 2020 recibieron tan solo en Cataluña más de 150 peticiones de ayuda diarias
En la actualidad nadie duda de que la pandemia y la COVID-19 han tenido un impacto fuerte en el ámbito de la salud mental. La gran incógnita ahora es la traducción en datos de esa realidad. «Hay que ser precavidos porque los datos oficiales, que los publica el Instituto Nacional de Estadística (INE), tan solo están actualizados hasta mayo del año pasado y todavía estamos tratando de perimetrar el problema». Pero «sabemos que nos encontramos ante un problema muy gordo del que tan solo conocemos la punta del iceberg», señala Oriol Homs, director del recién inaugurado Observatorio de la Esperanza, que de momento se circunscribe a Cataluña.
Este nuevo organismo, nacido con el apoyo de la Fundación La Caixa, surgió de la Fundación Ayuda y Esperanza, que ofrece orientación y acompañamiento emocional a través del Teléfono de la Esperanza y del Teléfono de Prevención del Suicidio –activo desde el 6 de octubre de 2020 en convenio con el Ayuntamiento de Barcelona–. «Teníamos una base de datos enorme, con 60.000 fichas de las notas que toman los voluntarios que atienden los teléfonos». «Nos propusimos explotar toda esa información, darla conocer y así alertar sobre problemas como el suicidio o la soledad no deseada para que se puedan buscar soluciones».
Después de ese análisis, el observatorio ha publicado un primer informe en el que alerta de que, durante los tres primeros meses de la pandemia, aumentaron un 52 % las llamadas por crisis emocionales. Además, señala que, durante el 2020, ambos teléfonos recibieron 55.948 llamadas, lo que supone una media de más de 150 diarias. De esta forma, el Observatorio de la Esperanza ha puesto cifras a lo que «ya sabíamos por los médicos de la red hospitalaria, que nos están diciendo que han aumentado las autolesiones, los jóvenes con problemas de ansiedad o los trastornos de salud mental», señala Homs.
Con la publicación de los datos, el primer objetivo de alertar de la situación se ha cumplido «y está teniendo su impacto», pues «ha servido para que el Ayuntamiento de Barcelona, los gobiernos autonómicos y el mismo Estado se estén preocupando del tema». Y no es para menos. Según explica el director, el suicidio, por ejemplo, «se trata de la primera causa de muerte entre los jóvenes de entre 12 y 44 años y también entre las mujeres, después del cáncer de mamá».
No solo influye la pandemia
En el futuro, el Observatorio de la Esperanza tiene previsto seguir recabando datos. «La idea es ir analizando la situación mes a mes y sacar un segundo informe a finales de año», confirma Oriol. Para entonces espera que hayan empeorado los datos, porque «vemos una tendencia al alza en el número de llamadas y en las problemáticas».
Sin embargo, este aumento de la incidencia en el campo de la salud mental no solo es achacable a la pandemia y a la COVID-19, «aunque es cierto que tiene mucho que ver». También influye el modelo de sociedad que estamos construyendo. «La transición digital propia de estos años está cambiando mucho las cosas, y esto está generando inseguridades». Las estructuras de apoyo propias de las personas procedentes de la sociedad industrial, concluye Oriol Homs, «están cambiando y las nuevas aún no se han consolidado, lo que aboca a estas personas a una inestabilidad que está exacerbando todos estos problemas». Por todo ello, «si durante el siglo XX se pusieron las bases del Estado de bienestar material –la jubilación, el paro, la sanidad universal…– el siglo XXI va a ser el de atender los aspectos menos materiales y más relacionados con las emociones».