Arroz con atún y pasas de los benedictinos de San Salvador de Leyre
El monasterio navarro de San Salvador de Leyre es uno de los más antiguos de España y es conocido en la zona por realizar la liturgia en gregoriano
La paz del entorno y la belleza de la liturgia, que preserva el canto gregoriano. El abad del monasterio benedictino de San Salvador de Leyre destaca estas como las dos características que los amigos y visitantes del lugar, tanto creyentes como no creyentes, se llevan impregnadas cada vez que acuden. Situado a 30 minutos de Pamplona, el complejo monástico se encuentra a cuatro kilómetros de la localidad de Yesa, desde donde sale una pintoresca carretera que conduce hasta este escondido lugar.
Habitado por una copiosa comunidad de monjes –en la actualidad hay 22, procedentes de toda España, y tres jóvenes que están haciendo la experiencia–, Leyre es uno de los monasterios en uso más antiguos de España. «San Eulogio pasó por aquí en el año 848. Era el prócer intelectual de la Iglesia mozárabe, y se encontró con una comunidad de santos varones y una biblioteca que le llamó la atención», explica orgulloso el abad, el padre Juan Manuel Apesteguía. Este dato se conoce porque el propio santo escribió una carta a Wilesindo, entonces obispo de Pamplona, donde le cuenta cómo se detuvo unos días en dicho monasterio, «donde conocí varones muy señalados en el temor de Dios». Además, en el Apologeticum Sanctorum Martyrum del propio san Eulogio, añade que «la curiosidad de saber hízome registrar todos los libros allí conservados. De improviso cayeron mis ojos en las páginas de un opúsculo sin nombre de autor, que contenía la siguiente historia acerca del nefando profeta: “Nació el heresiarca Mahoma…”». Y sigue después una amplia referencia. Esto confirma que aquel hombre, avezado en la dialéctica con los musulmanes, «encontró en Leyre un libro sobre Mahoma que no conocía, y que le sirvió para argumentar poderosamente en una de sus obras apologéticas», explica el abad. «Ser monje en esta casa es ser miembro de una cadena de hombres que llevan más de 1.000 años alabando al Señor», añade orgulloso.
Desde aquella visita del santo cordobés, el monasterio ha pasado por muchos avatares. La desamortización del siglo XIX resultó una prueba difícil, pues obligó a los monjes a abandonar su monasterio en 1836. Tras más de un siglo de ruina, en 1954 una nueva comunidad de monjes benedictinos reanudó la vida en San Salvador de Leyre, restaurado por la Diputación Foral de Navarra –de la que por cierto, muchos monjes fueron presidentes a lo largo de la historia–. El monasterio no solo fue cuna de sabiduría y oración, sino que estuvo vinculado a los orígenes de Navarra y a sus primeros reyes. De hecho, otras de las funciones que ha desempeñado ha sido la de panteón real. En él descansan los restos de los primeros reyes y reinas de Navarra, y es otro de los reclamos para visitantes.
En la actualidad, los monjes viven gracias a la hospedería monástica que tienen en el interior, dedicada a experiencias de retiro y oración para hombres, y además cuentan con un pintoresco hotel rural para familias y un restaurante con un menú cerrado que completa la experiencia dominical. «Mucha gente sube aquí a Misa los domingos y luego se queda a comer», explica el abad. La principal atracción para las visitas es la liturgia en gregoriano –al igual que Silos, hermano de este monasterio navarro–. «La gente dice que se va de aquí con las pilas cargadas. De hecho, hay gente que viene que no tiene fe, pero se queda escuchando el gregoriano. De la belleza no te defiendes».
Por cierto que la figura de la Virgen de Leyre –que creen que es una advocación celta y significa entre dos aguas– es reciente. «Alrededor de los años 70 empezaron a poner a las niñas el nombre de Leyre. Antes no existía». Y los monjes, en atención a estas chicas, mandaron construir la imagen de la Virgen, pagada con una herencia y la colaboración popular.
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INGREDIENTES
(para cinco personas)
- 200 gramos de arroz
- 75 gramos de pasas de Málaga sin pipas
- 100 gramos de atún en aceite
- Media cebolla
- Cuatro cucharadas de aceite de oliva
- Dos vasos y medio de caldo de pescado
PREPARACIÓN
En una cazuela ponemos el aceite y, una vez caliente, echamos la cebolla picadita. Cuando esté bien brillante, añadimos las pasas. Con el calor, las pasas se hincharán y se formarán unas bolitas marrones. A continuación echamos el arroz. Revolvemos con una cuchara de madera o una espátula: que se impregne bien el arroz del aceite y se mezcle todo. Añadimos el caldo de pescado y revolvemos bien. Una vez que empiece a hervir, echamos el atún desmigado y escurrido. Mezclamos todo y dejamos hervir a fuego medio durante diez minutos. Bajamos el fuego al mínimo durante otros diez minutos (y ya no se revuelve). Apagamos el fuego, ponemos la tapa y dejamos reposar otros cinco minutos.