Cuando se conoció el primer borrador del programa del Papa en Irak, «los chiitas me llamaron y me dijeron que no era posible que no hubiera un encuentro con su líder», el ayatolá Ali al Sistani. Al Sistani ha salido varias veces en defensa de las minorías. Por ejemplo, «cuando en 2007 se produjo un atentado contra un santuario chiita en Samarra, promulgó una fatua prohibiendo que se asesinara como venganza a miembros de las minorías». Y en 2014 llamó a combatir al Daesh. «Me pidieron que hiciera algo» para incluirlo. El dominico Ameer Jaje, fundador en 2012 del Consejo Iraquí de Diálogo Interreligioso, comenzó entonces a mover Roma con Náyaf (ciudad santa para este sector del islam y sede de Al Sistani) para hacerlo posible.
No habrá documento conjunto. «Para prepararlo se necesitarían meses o años», explica. El de Abu Dabi, de 2019, se empezó a preparar en 2017. Pero es una cita «muy importante para promover el diálogo» y contrarrestar los discursos de odio. Y, por qué no, para hacer posible una declaración conjunta más adelante.
Refuerzo frente a Irán
Pero los chiitas también necesitaban esta cita para evitar que el grupo al que pertenece el 60 % de los iraquíes pareciera irrelevante frente a los sunitas (que estarían con el Papa en Mosul). Y, sobre todo, para reafirmarse frente a sus correligionarios iraníes. El también consultor de la Comisión vaticana para las Relaciones Religiosas con los Musulmanes explica que «en Irak la mayoría de líderes chiitas no cree en el sistema iraní» que vincula «religión y poder civil», y que está detrás de las milicias chiitas de la llanura de Nínive y de los partidos políticos sectarios, que «usan a los chiitas para perseguir sus propios intereses».
La influencia de las divisiones religiosas en la política, que se implantó tras la derrota de Saddam Hussein en 2003, «ha destruido el país». Y es parte del sistema contra el que gran parte de la población protesta desde 2019; un movimiento que el dominico espera que el Papa apoye.
En contraste con esto, Jaje asegura que la mayoría de líderes religiosos comparten la visión católica de que el país debe huir de una visión de mayorías y minorías religiosas, y apostar por un Irak en el que «todos seamos ciudadanos» con igualdad de derechos y deberes, y en el que se excluyan ideas —afortunadamente poco frecuentes— como que «los cristianos somos impuros» o «dimmi, ciudadanos de segunda».
Un Asís en Ur
Aunque hasta ahora los grandes avances en el diálogo con el islam se han dado en el ámbito sunita (tanto la fluida relación con la Universidad de Al Azhar como la firma del Documento sobre la fraternidad humana en Abu Dabi, Jaje asegura que «el diálogo con los chiitas es más fácil que con los sunitas porque también ellos han sido marginados y a veces perseguidos dentro del islam».
Pero nunca viene mal recibir un nuevo impulso. Por eso el fundador del Consejo Iraquí de Diálogo Interreligioso confía en que la presencia del Papa, su entrevista con Al Sistani y el encuentro interreligioso de Ur «impulse y facilite nuestro trabajo y anime a otros líderes a unirse y trabajar con nosotros».
La cita de Ur, en concreto, será «tan relevante como los encuentros de Asís», aunque la pandemia haya obligado a reducir el aforo a 150 personas. «Hemos elegido a gente muy activa en el diálogo». Algunos de ellos ofrecerán su testimonio antes de un momento de oración compartida. «Para la gente será muy importante ver a sus clérigos rezar juntos».