«Los ancianos son nuestra vocación»
Las Hermanitas de los Pobres reciben este viernes el Premio CEU Ángel Herrera de Ética y Valores. «La vida es un don que debemos cuidar hasta el último suspiro», asegura sor Pilar
«Los ancianos son nuestra vocación». A ellos les han entregado la vida y «nunca les dejamos solos, ni siquiera cuando alguno de ellos tiene que ir al hospital», explica sor Pilar, superiora de la Casa San José, residencia que las Hermanitas de los Pobres tienen en Madrid. Ante estos casos, una de las hermanitas se traslada con el enfermo hasta que le dan el alta. Por eso, el momento más duro que esta religiosa de 77 años ha vivido durante la pandemia es cuando a uno de los mayores que atienden en su residencia «lo encontramos tirado en el suelo al llevarle la cena a su habitación». Lo habitual era servirla en el comedor, pero el protocolo de Sanidad ante la pandemia establecía que los usuarios debían permanecer en sus cuartos. «Sufrió una embolia cerebral y vino la ambulancia a recogerlo, pero la COVID-19 impidió que una de nosotras le pudiera acompañar durante el ingreso», rememora. «Ayer ocurrió lo mismo con otra señora. Le dio un ictus y no la pudimos acompañar. Vino a recogerla un hombre en su 4×4 porque la ambulancia no podía llegar». La voz de sor Pilar suena compungida al otro lado del teléfono.
Pero todos estos sacrificios están dando sus frutos y en la residencia no hay que lamentar ningún muerto por COVID-19 entre los ancianos ni entre las religiosas. «Tuvimos alguna muerte, pero por causas que nada tenían que ver con el coronavirus» y también «alguna hermana se contagió, pero enseguida la aislamos y conseguimos que no se expandiera la enfermedad», explica la religiosa.
A pesar de estar libres de la enfermedad, la superiora no se confía. De hecho, «una de las cosas sobre las que más he reflexionado estos últimos meses es sobre la fragilidad de la vida», confiesa. Sin embargo, sí que reconoce tener esperanzas puestas en la vacuna contra la COVID-19, que el pasado viernes comenzó a distribuirse en la residencia. «Para nosotras es un descanso si podemos librar a los ancianos del virus», asegura sor Pilar. «Aunque hay algunos mayores que no han dado su consentimiento, y eso hay que respetarlo». Por su parte, la superiora sí se ha inyectado, a pesar de que «no soy muy amante de vacunas, pero menuda responsabilidad…».
«Referente para la sociedad»
Este viernes, una semana después de recibir la vacuna, sor Pilar recogerá el Premio CEU Ángel Herrera, en la categoría de Ética y Valores –ex aequo con Rafa Nadal–, concedido por la Fundación San Pablo CEU. «Queremos agradecerles la tarea que desempeñan ejerciendo la hospitalidad con ancianos de los cinco continentes. Promover, defender, cuidar y celebrar la vida como ustedes lo hacen, testimoniando cada día el respeto y el valor que esta merece, hasta su término natural, supone un referente incuestionable para toda la sociedad», detallan desde la fundación.
«Pero no es un premio que me conceden a mí, ni mucho menos, sino a toda la comunidad» y, ante todo, «se trata el reconocimiento de nuestra obra, el cuidado de los ancianos, que como bien dice el Papa Francisco, son las personas más vulnerables de hoy en día», puntualiza la superiora. Sor Pilar dice esto «con la pandemia en la cabeza», pero también pensando en la falta de reconocimiento de la sociedad a los mayores y la eutanasia que nos viene. «La vida es un don que debemos cuidar hasta el último suspiro», asevera.
Sor Pilar se reconoce «contenta», porque «premian nuestra labor» y «también por el dinero que conlleva», 6.000 euros que «nos vienen muy bien». Desde el inicio de la pandemia la situación económica de la comunidad de religiosas se ha complicado al haberse visto interrumpida su principal fuente de financiación. «El dinero del que vivimos es el que consiguen las dos hermanitas que visitan las casas de los bienhechores que nos ayudan», pero desde marzo «nuestras hermanas no han podido salir». Ni en Madrid, ni en ninguna otra ciudad donde hay casas de la congregación. «No podemos arriesgarnos a contagiarnos y traer la COVID-19 a las personas que cuidamos».
Sin poder salir a pedir dinero, la comunidad de la Casa San José ha podido sobrevivir en buena medida gracias a los vecinos. «Nos llamaban muchas personas para preguntarnos qué tal estábamos y para ver si necesitábamos algo», explica la religiosa. Sobre todo pedían comida en función de las necesidades que expresaba la hermana que se encargaba de la cocina. También «nos apoyaron varios de nuestros benefactores», que en esta ocasión fueron ellos mismos los que se pusieron en contacto con las monjas.
Premio CEU a la Difusión de la Cultura Católica
Fundación Las Edades del Hombre ex aequo con el cardenal Cantalamessa «por su importante labor de conservación, investigación y difusión del patrimonio religioso de Castilla y León».
Premio CEU a la Solidaridad, Cooperación al Desarrollo y Emprendimiento Social
El Hogar Nazaret, del padre Ignacio M.ª Doñoro por la concreción del proyecto Casas de rescate para niños en el Amazonas peruano y su elevado impacto en el número de beneficiados, la continuidad en el tiempo y la implicación social por su reinserción en su entorno familiar.
Premio CEU a la Innovación Pedagógica y Didáctica
A las estudiantes Ana Jiménez Perianes, Cándida Filgueira Arias y M.ª José Gato Bermúdez por su trabajo Alexa, can you help me?.
Premio CEU al Mejor Proyecto Colaborativo Internacional en el Ámbito de la Docencia
A los profesores Manuel R. Tejeiro Koller y Elizabeth Frank por su trabajo COIL-Cross-Border Mergers & Acquisitions (M&A) / Fusiones y adquisiciones transfronterizas entre las universidades San Pablo CEU y HU University of Applied Sciences Utrecht.