Simpático y entretenido espectáculo, en clave de comedia musical, El secreto de las mujeres nace a partir de un texto original de Yolanda Dorado —con canciones de Yann Charpentier y Emilio Verdejo— y está dirigido por Carmen Pardo y Daniel Acebes.
La historia desarrolla el drama que vive un hombre criado entre féminas hasta que decide empeñar su vida en buscar y encontrar cuál es esa cosa, misterio de la humanidad, que hace que las mujeres sean tan misteriosas y ejerzan ese poder en el género masculino. Muchas son las mujeres que nos rodean: madres, novias, amantes, hermanas, compañeras, alguna lo sabrá, o quizá sólo las más altas esferas del poder lo conozcan y se guarden dicho secreto.
El libreto de Dorado, de frágil planteamiento y lleno de tópicos y demagogia escolar, deja al descubierto las cuestiones más simples que atañen a nuestro protagonista, que no termina de explicarse la rareza del género femenino, que en este caso parece más relacionada con la soledad, asunto que ya afrontó Federico García Lorca en su tratado sobre “la mujer” en su espectacular trilogía, Yerma, Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba.
Como quiera que sea, lo que produce el detonante de nuestro protagonista, no se ciñe sólo a su vínculo con las féminas sino al trato que ha recibido de ellas, por ejemplo, de su madre o su novia, personas que no estaban muy equilibradas. Y de esa falta de afecto, de esa carencia, de ese todo sobre mi madre a nada sobre mi padre, es de lo que realmente versa la trama, pero cuyos máximos responsables han preferido darla un giro y, en aparente clave positiva, descafeinar el conjunto hasta conseguir un resultado definitivo bastante digno.
De clara vocación colorista, y estética pop transgresora, El secreto de las mujeres comparte similitudes, en su puesta escena y vestuario, con el ideario gráfico que en estos momentos desarrolla el cineasta español Pedro Almodóvar.
Otro de los aspectos artísticos a tener en cuenta es la disposición de todos los cubos de colores, de gran tamaño, plantados por toda la escena desde su inicio, aparentemente de modo arbitrario, que sirven a los intérpretes para crear escenarios —cocina, recepción de hospital o cama, entre otros—, con sabiduría y elegancia. En este sentido, el plantel de los seis jóvenes actores del montaje, tres mujeres y tres hombres —que interpretan más de un papel— hacen las veces de mimos o pierrots sin que en momento alguno, con alguna de estas acciones, se pierda el hilo de la historia en el transcurso de sus 90 minutos.
Casualidad, o no, la cuestión es que la comedia que nos ocupa resulta una buena diversión para los amantes de los textos musicales —en este caso despliegan hasta ocho números— del estilo de El otro lado de la cama, pero sin alcanzar la determinación del filme de Martínez Lázaro, a pesar de que están bien integrados e hilados en la trama. Desde este punto de vista, las coreografías no son su punto más fuerte y eso que algunos actores dominan el ritmo y, sobre todo, algunos pasos de baile, lo cual es de agradecer en una obra tan polifórmica, fluida, ágil, dinámica y fresca como ésta.
Sin embargo, El secreto de las mujeres, cuyos sus seis actores despliegan un rico y variado registro interpretativo —algunos con una vocación natural de bis cómica admirable les arrancarán más de una sonrisa— también opta por la actualización histórica de los temas que afectan a los tiempos actuales, como ya se vio en Medea vindicada o en Todos mienten y termina por desestabilizar la armoniosa mirada que hasta entonces disfrutaba el conjunto, principalmente cuando defiende el derecho al aborto y cuando caricaturiza a los líderes de la política española como a Rajoy o al Papa, sin gracia en ningún caso, que habría supuesto una tabla de salvación.
De este modo, El secreto de las mujeres se resume en una amable comedia musical coral, entretenida, que no defrauda si nos fijamos, exclusivamente, en las fenomenales capacidades artísticas de su elenco, pero a la que le ha faltado pasión por la música, se precipita dramáticamente en su tercio final y no aporta ningún dato relevante sobre la trama, más allá de los estereotipos. Una lástima.
★★★☆☆
Calle San Cosme y San Damián, 3
Callao, Tribunal
ESPECTÁCULO FINALIZADO