Versión, bastante actual, escrita por la actriz española Amaya Curieses (Sancho García, 2011), basada en el relato La muerte de la Pitia, del difunto dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt, y dirigida por el también guionista escénico catalán, Jaume Policarpo (Cyrano de Bergerac, 2009), Todos mienten, aunque fluido e interesante, se resiente de un texto algo alambicado, con ciertas actualizaciones que echan puntualmente al espectador de la obra y que resulta más actuada que interpretada.
La Pitonisa de Delfos recibe un buen día la visita de un joven interesado por su futuro. Ella, que no cree en los oráculos, y bastante desabrida, porque está cansada y la pregunta le parece una soberana tontería, le contesta la primera incongruencia que se le viene a la cabeza: «Matarás a tu padre y te casarás con tu madre». El joven, que resulta llamarse Edipo, abandona el templo terriblemente afectado por el vaticinio.
Años después, un ciego harapiento se presenta en el santuario de la Pitonisa ya moribunda. El hombre, al que ella no reconoce, resulta ser Edipo. Ante el asombro de Paniquis (que así se llama la adivina), Edipo relata su complicada y enrevesada vida, que culmina en un final insospechado: la profecía que ella inventara se cumplió. Pero las cosas no son lo que parecen. Poco a poco los personajes de la historia van apareciendo ante la agónica Pitonisa aportando su versión de los hechos; los datos se contradicen y cada uno tiene un punto de vista diferente sobre lo que ha ocurrido y cuenta el suceso de distinta manera.
La joven actriz Irene Curieses y la veterana Amaya Curieses realizan un importante esfuerzo interpretativo en este montaje de tragedia griega —nada que ver con el superficial filme homónimo argentino, dirigido por Matías Piñeiro— en el que dan vida a más de doce personajes diferentes, algunos sacados directamente del Edipo Rey de Sófocles, otros de la obra en el que se inspira, y algunos hasta inventados.
A partir de una peculiar e interesante escenografía sobria (Juan Sanz y Miguel Ángel Coso), que compensa su minimalismo —geometría circular a través de una gran pantalla situada en el foro en la que se aprecian imágenes en movimiento— con sus efectos sobre la escena (genial la lluvia que brota desde el techo) y de una ambientación perfecta —que permite al espectador sentirse partícipe de cada acontecimiento— la densa narración de Todos mienten plantea más preguntas que respuestas.
De esta manera, la obra deja espacio al espectador para que reflexione y decida por sí mismo la naturaleza de cada uno de los acontecimientos que desarrolla. Así las cosas, Policarpo pondera con estilo esa densidad dramática al romper con elegancia el discurso que despliegan sus dos actrices gracias a los intervalos musicales —acertada aportación de No tengo edad—, los muy conseguidos juegos de voces, la definición completa de los doce personajes que se dan cita en el espectáculo —en la línea de Las sillas, de Ionesco—, el uso inteligente de lo que no se dice y se expresa de mejor manera a través de las imágenes proyectadas, o de los sentimientos de las marionetas, en contraste absoluto con el reporterismo actual, introducido a su vez sabiamente en la historia, y otras cualidades… que debe certificar el espectador.
Todo ello, no obstante, queda algo difuminado por alguna colleja verbal hacia la cultura española, o de otro añadido gratuito del texto —«¿una rayita?»— que desenfocan la historia ocasionalmente. Además, se echa de menos una interacción mayor con el público, dadas las posibilidades que ofrece el Teatro Guindalera, puesto que el espectador está casi dentro del escenario.
Por lo demás, se recomienda vivamente que saboreen los parlamentos —por su riqueza (poderosa mirada desencantada del alma humana en todos sus estadios) e irónica comicidad—, la calidad interpretativa de sus espléndidas actrices y que revisen —antes de acudir al teatro— el clásico de Sófocles, no porque el espectáculo no deje claro su mensaje, sino porque se trata de una versión muy intensa que sintetiza en 75 minutos una tragedia de no te menees de fuerte calado moral.
★★☆☆☆
Calle Martínez Izquierdo, 20
Diego de León
ESPECTÁCULO FINALIZADO