Disuelta la caravana de migrantes
La devolución de 1.043 migrantes a Honduras muestra que la presión de Estados Unidos sobre Centroamérica funciona, mientras algunos líderes apuntan a intereses políticos tras las caravanas
La disolución en Guatemala de la primera caravana de migrantes salida de Honduras desde la pandemia parece confirmar un fenómeno doble: el movimiento de grandes grupos de personas por Centroamérica cada vez tiene menos recorrido, en gran medida debido al desplazamiento hacia el sur de la frontera de Estados Unidos. O, más bien, a su utilización de sus vecinos como agentes fronterizos, cuando en 2018 permitieron bastante libertad de movimiento a estos grupos.
El domingo, el Gobierno hondureño informó (en una noticia recogida por EFE) de que habían sido devueltos a su país 1.043 migrantes desde Guatemala, un 83 % de los que integraban la caravana que salió de este país el miércoles. Este país, sin embargo, afirmaba que había devuelto más de 3.000. Los vecinos del norte recibieron la noticia con alegría.
Michael Kozak, subsecretario interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos agradeció en Twitter a Guatemala sus esfuerzos sostenidos por detener la migración irregular, añadiendo ahora que frenar la caravana suponía prevenir la expansión de la COVID-19. La misma idea subrayó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que consideró «afortunado» que «tanto el Gobierno de Honduras como el de Guatemala ayudaran a convencer a estos inmigrantes que no hay condiciones sanitarias», afirmó el lunes por la mañana.
346 menores
Consideró además que «ayudó mucho» el llamado de México. «Sobre todo la advertencia de que podía haber intereses políticos, porque no es casualidad que se organice una caravana cuando estamos a menos de un mes de las elecciones en Estados Unidos», indicó. «Desde luego, no podemos asegurar que fue por eso que se organizó la caravana. Sí nos generó extrañeza el que en vísperas de las elecciones se iniciara». Con todo, reconoció que «hay también una realidad, hay mucha gente necesitada de trabajo».
Según datos ofrecidos por la vicecanciller hondureña, Nelly Jerez, un tercio de los migrantes devueltos (346) son menores de edad. Jerez hizo un nuevo llamamiento a los padres de familia para que no expongan a los niños a los peligros de la ruta migratoria y a que no se dejen engañar por los traficantes de personas, conocidos como «coyotes», que les aseguran que con los menores es más fácil entrar a los Estados Unidos, añade la información oficial.
La falta de empleo y la inseguridad en su país son las causas que los inmigrantes hondureños alegan para irse en caravana, una modalidad que se ha venido dando desde el 13 de octubre de 2018, cuando partieron más de 4.000, según diversas fuentes, de los que algunos pudieron llegar hasta Estados Unidos. Esta caravana también tuvo lugar pocas semanas antes de unas elecciones estadounidenses, las de noviembre al Congreso.