Una intensa lluvia de gracia
33 horas ininterrumpidas de adoración al Santísimo, por las que pasaron 40 mil personas; 6 mil confesiones; cientos de familias a las que se ha ayudado económicamente y a través de la oración… Don Javier Cremades, Delegado episcopal de Actos Públicos, valora la gran fiesta llena de oración y comunión que tuvo lugar en la carpa de Adoración de Colón
En la tarde del 27 de diciembre, comenzó la fiesta de la Sagrada Familia, y desde ese momento hasta la mañana del 29, más de 40 mil personas se acercaron a rezar a la carpa de los Jardines del Descubrimiento, que durante 33 horas ininterrumpidas se convirtió en un Faro eucarístico. «Ha sido imponente -afirma don Javier Cremades, Delegado episcopal de Actos Públicos, de Madrid-; durante 33 maravillosas horas ha habido una adoración intensa a Jesús realmente presente en la preciosa Custodia del Faro Eucarístico, en un ámbito de belleza noble y sencilla preparado por Granda. Ha subido al cielo, desde la madrileña plaza de Colón, un enorme clamor de decenas de miles de personas pidiendo a Dios por la institución familiar y tantas necesidades de muchas familias en apuros; y ha bajado del cielo al corazón de Madrid una intensa lluvia de gracia de Dios y una gran bendición de la Sagrada Familia. Había colas largas de familias que esperaban su turno para entrar, y se iban felices y tan contentas», sentencia monseñor Cremades. A algunas de esas familias les sorprendió encontrarse el sábado por la tarde con que el arzobispo de Madrid acudía a participar también en la Adoración. En la víspera, el cardenal Rouco ya había inaugurado la exposición del Santísimo.
La presencia eucarística del Señor en el centro de Madrid ha provocado que miles de corazones se movieran, ya que más de 6 mil personas se confesaron. «A veces, se piensa que la fiesta de la Sagrada Familia es tan sólo la Misa, y no, conlleva además las 33 horas de oración ante el Santísimo», afirma con rotundidad Victoria, responsable de los 30 voluntarios que han dado su tiempo y su servicio para que los demás rezaran. Victoria y su marido Fernando dieron 23 horas de su tiempo. «Es un servicio que das para que los demás adoren. El trabajo a veces ha sido pesado, pero nunca me he arrodillado tantas veces delante del Santísimo», comenta esta mujer, que destaca la gran alegría con la que los voluntarios han hecho su trabajo. Junto a los voluntarios, ha habido diáconos, sacerdotes y seminaristas ayudando en el trabajo. Victoria cuenta que, en la carpa, se palpaba un ambiente de comunión en todos los sentidos: cada uno colaboraba como podía, «cada grupo, congregación, parroquia que ha participado ha mostrado su carisma», dice.
Se ha ayudado a cientos de familias
Pero no sólo se rezó durante esas horas a Dios por las familias necesitadas, sino que también se estuvo recogiendo dinero en el interior de la carpa para ayudar a cientos de familias que pasan necesidad y que no están dentro de los circuitos de ayuda convencionales, como cuenta el Delegado episcopal de Actos Públicos: «Las aportaciones económicas recibidas han sido ya repartidas a familias pobres, contando con la Delegación de Pastoral Familiar del Arzobispado. Con ello ha quedado demostrado que es verdad el lema de este año: La familia es un lugar privilegiado», dice. Con esta iniciativa se ha podido palpar la comunión de bienes, ya que, como afirma Victoria, «la verdad es que el que daba lo hacía mucha ilusión, a pesar de la situación de crisis económica en que nos encontramos».