La encíclica Laudato si afirma que todo está interligado. «La vida depende de la vida para sobrevivir», como canta una música popular brasileña. Laudato si y el Sínodo de la Amazonia han situado a la Iglesia —una Iglesia en salida— en otra perspectiva necesaria. Otra forma de sentir, de hablar, de contemplarnos y concebirnos; porque nuestra vida depende a cada segundo de las otras formas de vida y de la tierra, el agua y el aire. No somos autosuficientes. Esta otra perspectiva nos ha aproximado a los sentires y saberes de los pueblos indígenas y las comunidades campesinas en todo el mundo. Esto tiene unas consecuencias éticas y políticas necesarias. Porque nuestra tentación de dominio creó una forma de economía que continua excluyendo a mucha gente y no se sostiene más, ni social ni ambientalmente.
La Amazonia es un lugar en el que esto se vive con mucha intensidad y se aprende rápido. La forma en la que ha sido explotada ha ido reduciendo su biodiversidad y agrediendo su diversidad cultural. Pero muchas comunidades y pueblos continúan resistiendo con fuerza y con raíz. La Amazonia es una metáfora real y concreta, encarnada, imprescindible no solo para comprender lo que nos sucede, sino también para buscar nuevos caminos.
Mientras escribimos este último texto, en Brasil comenzamos a preparar la sexta Semana Social, una iniciativa de la Iglesia para reflexionar y discutir, durante los próximos meses, sobre las tres t de las que el Papa Francisco habla con los movimientos sociales: trabajo, techo y tierra. Encarnación concreta e histórica del trabajo por el Reino de la justicia y de la paz, verdadera pasión de Jesús.
Este año hemos intentado conectarnos también con cada uno de ustedes a través de este rincón de Alfa y Omega, compartiendo nuestra vida en misión. Cada texto y cada imagen que enviábamos querían ser una forma de acercar, de aproximar, de tejer y de mostrar cómo somos interdependientes. La misión, en parte, es una forma de establecer puentes, de hacer posible el encuentro. Y en todo encuentro, para ser auténtico, hay reciprocidad. Esto es algo que hemos aprendido junto a los pueblos indígenas. La reciprocidad, y por tanto el diálogo, marcan la misión en su dimensión más profunda.
Desde la Amazonia, nuestro abrazo fraterno.