Catequesis, catequista y Catecismo son tres realidades bien diferentes entre sí, aunque necesariamente relacionadas. La catequesis es, esencialmente, una acción eclesial que se realiza en el contexto de una relación interpersonal y en las coordenadas socioculturales en las que vive el catequizado. El Catecismo es un texto escrito que contiene la formulación de las verdades de la fe de la Iglesia, teniendo siempre en cuenta sus diversos destinatarios: niños, jóvenes o adultos. El catequista es lo más importante en la acción catequizadora de la Iglesia: Dime qué catequista tienes y te diré la catequesis que haces. Son muchas las personas que consagran su vida y su tiempo a esta labor, se preocupan de hacer resonar la Palabra de Dios e instruir oralmente y suscitar y hacer crecer en la fe a otros.
El Papa Francisco nos ha dado instrucciones y pautas para realizar el trabajo catequético en la Iglesia, y nos ha alentado con su magisterio reciente a recuperar con toda claridad esta misión tan importante que realizan tantos catequistas, empezando por los padres de familia y seglares que secundan esta vocación.
La catequesis en nuestros días es urgente por la descristianización del mundo y por la ignorancia religiosa, y por estar al servicio de la evangelización, que es la misión esencial de la Iglesia. La catequesis es para todos y, a su vez, obra de todos. Sin catequesis, la Iglesia se muere.
Llevemos, pues, el Evangelio, sin ningún miedo ni complejo, con plena libertad y valentía, con la alegría que viene de Dios, con las razones que sustentan el anuncio del Evangelio, capaces de responder con toda seguridad a las razones que se nos piden. Mostremos, sin echarnos atrás y sin retirarnos, a Jesucristo, obedeciendo a Dios antes que a los hombres, conscientes y sabedores de que el Evangelio es fuerza de salvación para todo el que cree; sabiendo, además, que navegamos contracorriente, sacudidos por tantas olas de modas culturales… Pero el Señor está con nosotros: Él, en medio de la noche, viene a nuestro encuentro caminando sobre las aguas agitadas de hoy, para que no nos hundamos y conducirnos a buen puerto.