Asia Bibi: «En Pakistán hay muchos condenados por blasfemia que necesitan un juicio justo»
Asia Bibi, en su primera entrevista a un medio de comunicación, la publicación británica The Sunday Telegraph, asegura que aunque está «tremendamente agradecida por los esfuerzos internacionales» para liberarla, el mundo debería saber que «la ley de blasfemia pakistaní tienen a muchos otros aún tras las rejas que necesitan un juicio justo»
Han pasado ya cuatro meses desde que Asia Bibi, la mujer de 54 años que pasó varios años en el corredor de la muerte en Pakistán, abandonase su país. Ahora vive en un lugar secreto de Canadá reconstruyendo una nueva vida para ella y su familia, y espera poder mudarse a un país europeo en los próximos meses.
En su primera entrevista a un medio de comunicación tras ser liberada, Asia Bibi recuerda a las personas que aún continúan en Pakistán acusadas, como ella, de blasfemia. Asegura a The Sunday Telegraph que, aunque está «tremendamente agradecida por los esfuerzos internacionales» para liberarla, el mundo debería saber que «la ley de blasfemia pakistaní tienen a muchos otros aún tras las rejas y necesitan un juicio justo». «Hay muchos otros casos en los que los acusados estarán en la cárcel durante años. El mundo debería escucharlos a ellos también». Por eso, la mujer cristiana pide que «se preste más atención a este problema. La forma en que se alega que una persona es blasfema, sin investigación ni pruebas, debe tenerse en cuenta. Esta ley tiene que revisarse y debe haber mecanismos adecuados al aplicar esta ley. No debemos considerar a nadie pecaminoso por este acto sin ninguna prueba de ello».
También ha hablado del miedo de que los extremistas religiosos la asesinaran incluso después de que la Corte Suprema de Pakistán anulara su condena. «Toda mi vida se desmoronó, mis hijos sufrieron… lo ocurrido ha tenido un gran impacto en mi vida», asegura en una serie de mensajes de voz enviados en respuesta a preguntas del Telegraph.
Según estima el Departamento de Estado de EE. UU., hay alrededor de 77 personas presas en Pakistán acusados de blasfemia. El país nunca ha ejecutado a nadie específicamente por blasfemia, pero los juicios y las apelaciones pueden prolongarse durante años porque los jueces temen las amenazas extremistas.
«A veces estaba tan decepcionada y perdía tanto el valor que me preguntaba si saldría de la cárcel o no, qué pasaría después, si me quedaría aquí toda mi vida», afirma Bibi. «Cuando mis hijas me visitaron en la cárcel no lloré frente a ellas, pero después solía llorar sola, llena de dolor y pena. Pensaba en mi familia todo el tiempo». La mujer pasó ocho años en el corredor de la muerte, temiendo constantemente por su vida, hasta que el caso fue anulado en la Corte Suprema el pasado mes de octubre. Sin embargo, estuvo detenida durante otros siete meses mientras el Gobierno de Imran Khan luchaba para liberarla sin enfadar a grupos islamistas influyentes que habían paralizado el país en protesta por su absolución. La tensión hizo que Asia Bibi cayera en depresión y recibiera tratamiento por problemas cardíacos.
Cuando finalmente llegó el momento de salir de Pakistán, la mujer no pudo despedirse de su padre: «Mi corazón se rompió cuando me fui de esa manera. Pakistán es mi país, Pakistán es mi tierra natal, amo a mi país, amo mi tierra», sostiene en la entrevista.