El resultado de las recientes elecciones europeas ha sido para el PP un verdadero desastre. Y no deja de serlo por el hecho de que el otro partido haya sufrido un descalabro mayor. Pero lo más grave está en que, a partir de un análisis manifiestamente erróneo de las causas de su catástrofe electoral, el PP parece incapaz de aplicarse los cauterios que le permitirían recuperarse suficientemente en el poco tiempo que le queda para enfrentarse a nuevas pruebas electorales.
Veamos. Según el análisis que hacen en público figuras significativas del Partido Popular, la deserción realmente masiva de sus potenciales votantes se debe a que «no hemos sabido comunicar»; «No nos hemos acercado a los ciudadanos»; «Estamos ante un fenómeno europeo…». Y nada más. Por lo que se ve y oye, entre los motivos por los que sus votantes les han abandonado, en cifras millonarias, esos analistas del PP no mencionan siquiera la que puede considerarse la razón fundamental: el abandono que antes ha hecho el PP, el Gobierno del PP, de su programa electoral en asuntos no ya económicos, sino nacionales, políticos, ideológicos y morales.
Para los decepcionados votantes que lo han abandonado, la política del PP en relación con el terrorismo, el separatismo, la defensa de la vida humana, el respeto a los derechos educativos de los padres en materia religiosa, etc., ha sido, y así con fundamento la perciben, justamente la contraria de aquella para la que en las pasadas elecciones generales le otorgaron mayoría absoluta. A esto añádase algo que tampoco tienen en cuenta los analistas electorales del PP, a saber, el hecho de la corrupción que una generalizada y persistente opinión pública atribuye a toda la que llaman despectivamente casta política y de la que parte tan importante es el PP.
Así que no es comunicación lo que le ha faltado al PP. Ha comunicado muy bien, hasta el punto de que nadie ha podido dejar de enterarse de sus subidas de impuestos y de sus… bajadas ideológico-morales. Y esta vez, dada la desilusión creada, no cabe esperar que el miedo les haga volver, en suficiente porcentaje, al PP a quienes ahora lo han abandonado. Tampoco, obviamente, el remedio a la situación casi comatosa en que le han dejado las elecciones europeas puede estar en que los políticos se acerquen a los ciudadanos. No lo hagan, por favor. Eso sería peor. Pues sus rostros son precisamente -permítanme decirlo con toda la delicadeza posible- la ingrata imagen de esa decepcionante política que ha ahuyentado a millones de votantes del PP.
Sorprende que en el Partido Popular no haya, por lo que se ve hasta este momento, conciencia de la necesidad de cambiar las caras… En esto parece que al otro le ha venido mejor su mayor ruina. Sin lucidez no será posible poner los grandes remedios que para este gran mal son necesarios.