6 de diciembre: san Pedro Pascual, el rescatador que se negó a ser rescatado - Alfa y Omega

6 de diciembre: san Pedro Pascual, el rescatador que se negó a ser rescatado

Este santo llevaba el martirio y ser mercedario prácticamente en los mismos genes. En los tiempos de la reconquista, dio la vida por numerosos cautivos, «sabiendo a lo que se exponía»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
‘San Pedro Pascual’ (detalle). Curia provincial de los mercedarios de Barcelona. Foto: fray Vicente Zamora.

Nunca ha sido fácil para los cristianos de cualquier época vivir su fe en un entorno mayoritariamente musulmán, y tampoco lo fue para Pedro Pascual, que nació en Valencia en el seno de una familia cristiana, cuando el Levante español todavía estaba en manos del dominio islámico. En el momento del nacimiento del niño, su familia ya podía contar entre sus miembros con seis mártires, una auténtica vocación a la que respondería el mismo santo al final de su vida.

Pedro Pascual nació en 1227, cuando el fundador de los mercedarios, san Pedro Nolasco, llevaba ya 20 años liberando en Valencia a muchos cautivos cristianos. En esas expediciones utilizaba sus dones como comerciante para pagar el rescate del mayor número de esclavos posible. En varias ocasiones se hospedó en casa de los padres de Pedro Pascual, a quien pusieron ese nombre en homenaje al gran santo mercedario. La conexión entre la familia y Nolasco era tal que los padres de Pascual participaban de la misma labor que su amigo, liberando ellos mismos a los esclavos que podían.

El niño quería ser sacerdote e incluso comenzó sus estudios de Teología gracias a las clases que le daba uno de los cristianos redimidos por Pedro Nolasco, pero llegó un momento en que, para seguir con su formación, tuvo que viajar a la Sorbona, en París, donde llegó a conocer a santo Tomás de Aquino y a san Buenaventura. Volvió a Valencia años después, con la ciudad ya liberada por el rey Jaime I el Conquistador, y tras haber sufrido el golpe de perder a sus padres estando él ausente. Con el espíritu mercedario tan afianzado en su biografía, en 1250 dio todos sus bienes a Pedro Nolasco para que pudiera seguir pagando rescates, y entró en el convento de Valencia para profesar en la orden.

Se ordenó sacerdote y trabajó como profesor de Teología en Barcelona y Zaragoza, donde Jaime I le encargó ser preceptor de su hijo Sancho. Cuando en 1268, con tan solo 16 años, Sancho –también mercedario y posteriormente mártir– fue nombrado arzobispo de Toledo, su tutor le acompañó para servirle de asistente. Fueron años en los que Pedro Pascual viajó por toda la península, predicando en la España reconquistada y bajando de vez en cuando a la zona musulmana para liberar a cuantos cristianos cautivos pudiera.

«Ser mercedario y actuar como tal en aquel contexto era algo durísimo», afirma Mario Alonso, mercedario y director de la revista de la orden Caminos de liberación, «pues el que se proponía redimir cautivos exponía su vida al entrar en la zona musulmana. Muchos de aquellos hombres fueron mártires, algunos conocidos y otros desconocidos. Y Pedro Pascual sabía a lo que se exponía».

En 1296, el valenciano se encontraba en Roma para tratar asuntos referentes a su orden cuando llegó la noticia del fallecimiento del entonces obispo de Jaén. El Papa Bonifacio VIII no lo dudó, y le puso entonces al frente de la diócesis andaluza. A su vuelta a la península ibérica, el santo comenzó a recorrer toda su diócesis para fortalecer la fe de quienes durante tantos años habían estado sometidos al islam.

Sin embargo, no pudo hacerlo durante mucho tiempo, porque al año siguiente cayó preso en una emboscada de los sarracenos, que lo enviaron a Granada a las mazmorras. Comenzó para él la que sin duda fue la etapa más fecunda de su vida, a pesar de que tuviera que vivirla entre rejas.

Misa en la clandestinidad

En prisión, Pedro Pascual se la jugó:. «Empezó a catequizar e instruir a los cristianos cautivos, animándolos y mostrándoles la fe, e incluso celebrando la Misa en la clandestinidad –se dice que una vez Cristo niño le hizo de monaguillo–. Solo eso era motivo suficiente para ser condenado a muerte», asegura el mercedario Mario Alonso.

A esa labor se sumó el celo del santo por combatir las enseñanzas proselitistas de los carceleros musulmanes, empeñados en convertir a su religión a los cautivos, por lo que llegó a escribir en prisión una obra apologética llamada Impugnación de la secta de Mahoma. «Nunca se arredró y mostró siempre una fe muy combativa, muy fuerte, que para entender bien hay que enmarcar en el contexto histórico de la península en esos años», dice Alonso.

Durante su cautiverio, los cristianos del otro lado reunieron limosnas para liberarle, pero hasta en dos ocasiones rechazó esa oportunidad y se la cedió a otros dos compañeros de prisión. Finalmente, murió decapitado el 6 de diciembre de 1300, después de haber sido sorprendido celebrando la Eucaristía.

Para Mario Alonso, san Pedro Pascual es para los cristianos de hoy «un ejemplo de cómo seguir a Jesús en un mundo y en un ambiente también hostil, como es el del siglo XXI. En su época, la amenaza a la fe la constituía el peligro musulmán, y hoy, aunque la fe no es perseguida de manera tan explícita como en otros países, sí es verdad que el ambiente es contrario». Ante ello, «podemos seguir su ejemplo llenándonos de fortaleza como hizo él, llegando hasta la entrega máxima».

Bio
  • 1227: Nace en Valencia
  • 1246: Estudia Teología en la Sorbona
  • 1250: Entra en la Orden de la Merced de la mano de san Pedro Nolasco
  • 1296: Es nombrado obispo de Jaén
  • 1297: Cae en una emboscada y es encerrado en Granada
  • 1300: Recibe el martirio tras celebrar la Misa
  • 1670: Es canonizado por Clemente X