498 testigos del Camino, la Verdad y la Vida. Aliento para la santidad - Alfa y Omega

498 testigos del Camino, la Verdad y la Vida. Aliento para la santidad

La beatificación de los 498 mártires fue una gran fiesta de fe, de la que fueron testigos directos 50.000 fieles en la plaza de San Pedro, más otros cientos de miles que siguieron la ceremonia por radio y televisión. Benedicto XVI presentó al mundo a los nuevos mártires como aliento de santidad e impulso de reconciliación

Jesús Colina. Roma

«Damos gracias a Dios por el gran don de estos testigos heroicos de la fe que, movidos exclusivamente por su amor a Cristo, pagaron con su sangre su fidelidad a Él y a su Iglesia», dijo el Papa en español, tras la ceremonia de beatificación, en una radiante mañana de sol. «Con su testimonio iluminan nuestro camino espiritual hacia la santidad, y nos alientan a entregar nuestras vidas como ofrenda de amor a Dios y a los hermanos. Al mismo tiempo, con sus palabras y gestos de perdón hacia sus perseguidores, nos impulsan a trabajar incansablemente por la misericordia, la reconciliación y la convivencia pacífica», añadió.

El Papa invitó a los creyentes a que se nutran de estos testimonios, y animó así a «fortalecer cada día más la comunión eclesial, ser testigos fieles del Evangelio en el mundo, sintiendo la dicha de ser miembros vivos de la Iglesia, verdadera esposa de Cristo». Además, Benedicto XVI oró por «que la fecundidad de su martirio produzca abundantes frutos de vida cristiana en los fieles y en las familias; que su sangre derramada sea semilla de santas y numerosas vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras». Pero no sólo eso. El Santo Padre recalcó que todo católico, de una u otra forma, está llamado a seguir el ejemplo de los mártires, y habló incluso de martirio de la vida ordinaria, «un testimonio particularmente importante en las sociedades secularizadas de nuestro tiempo», que no es otra cosa que «la pacífica batalla del amor que todo cristiano tiene que combatir incansablemente; la carrera por difundir el Evangelio que nos compromete hasta la muerte».

El rito de Beatificación

La celebración había comenzado dos horas antes, a las 10 de la mañana, presidida por el cardenal José Saraiva Martins, representante del Papa y prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Concelebraron 71 obispos españoles, los superiores generales de las órdenes religiosas de los mártires, y más de un millar de sacerdotes diocesanos y religiosos. Ayudaron en la celebración los seminaristas de Barcelona y seminaristas de las congregaciones a las que pertenecían los mártires.

La delegación oficial del Gobierno español estuvo encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, don Miguel Ángel Moratinos. Le acompañaron el embajador de España ante la Santa Sede, don Francisco Vázquez; el subsecretario de Asuntos Exteriores y Cooperación, don Luis Calvo, y la directora general de Asuntos Religiosos, doña Mercedes Rico. Estaban representadas también siete Comunidades Autónomas (Valencia, Castilla-León, Madrid, La Rioja, Castilla-La Mancha, Andalucía y Cataluña) y numerosas autoridades municipales. Asimismo, asistieron representantes de grupos parlamentarios y partidos políticos.

Tras el acto penitencial de la Eucaristía, tuvo lugar el rito de beatificación. El arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, a cuya archidiócesis pertenece el mayor número de los mártires, se acercó al altar, acompañado por los obispos de las diócesis en las que se instruyeron las 23 causas y por los postuladores.

España, en Roma, da gracias al Señor

Durante el pasado fin de semana, Roma hablaba español. Decenas de miles de peregrinos y prácticamente todos los obispos españoles fueron a celebrar la beatificación de los mártires del siglo XX. El sábado hubo varias celebraciones de la Eucaristía para dar la bienvenida a quienes se habían desplazado hasta la ciudad que alberga las tumbas de san Pedro y san Pablo. En la basílica de San Lorenzo in Damaso, el cardenal Rouco Varela recalcó que «los mártires son, al mismo tiempo, modelos e intercesores. Son mártires para nuestra vida contemporánea. Se fiaron de Dios». En San Pablo Extramuros, el obispo de Bilbao afirmó que «los mártires nos preguntan hoy sobre la valentía de nuestra fe», y el cardenal Amigo resaltó que murieron «por la libertad de conciencia de llevar la fidelidad a Jesucristo hasta sus últimas consecuencias».

El rito comenzó con unas palabras del cardenal Rouco Varela en las que solicitó al Papa que inscribiera en el número de los beatos a los que iban a ser beatificados. Después, los obispos enumeraron la causa de beatificación de sus diócesis respectivas, por el orden que corresponde a su fecha de introducción: Barcelona, Burgos, Toledo, Cuenca, Ciudad Real, Mérida-Badajoz, Madrid, Oviedo, Jaén, Santander, Cartagena y Gerona. El arzobispo de Madrid concluyó la súplica de beatificación en nombre de todos los obispos, destacando que los beatos «fueron hombres y mujeres de fe y oración, particularmente centrados en la Eucaristía y en la devoción a la Santísima Virgen». Y añadió: «Eran apóstoles y fueron valientes cuando tuvieron que confesar su condición de creyentes».

A continuación, el cardenal portugués Saraiva Martins dio lectura a la carta apostólica de beatificación, del Papa Benedicto XVI, en la que se inscribe en el libro de los beatos a los mártires. El documento anunciaba, al mismo tiempo, que la fiesta de los nuevos beatos se celebrará anualmente el día 6 de noviembre. Eran las 10:20 horas. En ese momento se entonó el Christus vincit, mientras se descubría el tapiz que evocaba a los 498 nuevos beatos, con el logotipo oficial de la beatificación.

La ceremonia concluyó con unas breves palabras de agradecimiento del cardenal arzobispo de Madrid: «La Iglesia de Dios que peregrina en España da gracias al Sucesor del Apóstol Pedro, Su Santidad el Papa Benedicto XVI, por la beatificación de estos 498 mártires, que derramaron su sangre en defensa de la fe».

Un mensaje de amor

En la homilía de la celebración eucarística, el cardenal Saraiva dejó muy claro que «el mensaje de los mártires es un mensaje de fe y de amor». Así, puntualizó que el Papa ha beatificado a mártires de España y no a mártires españoles, «porque España es el lugar donde fueron martirizados, y es también la patria de gran parte de ellos, pero hay también quienes provenían de otras naciones, concretamente de Francia, México y Cuba». De hecho, entre los peregrinos había al menos 300 mexicanos y algunos cubanos que vinieron para celebrar al primer beato de su historia, fray José López Piteira, de la Orden de San Agustín, nacido en la isla caribeña y asesinado en Paracuellos del Jarama, con otros 50 agustinos, el 30 de noviembre de 1936. «En cualquier caso, los mártires no son patrimonio exclusivo de una diócesis o nación, sino que, por su especial participación en la Cruz de Cristo, Redentor del universo, pertenecen al mundo entero, a la Iglesia universal», aclaró el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos.

La coherencia de vida

«¿Qué mensaje transmiten los mártires a cada uno de nosotros aquí presentes?», preguntó. «Vivimos en una época en la cual la verdadera identidad de los cristianos está constantemente amenazada y esto significa que ellos, o son mártires, es decir, se adhieren a su fe bautismal en modo coherente, o tienen que adaptarse».

Momento en el que se descubre el tapiz conmemorativo de la beatificación.

Citando a Joseph Ratzinger, el cardenal explicó que «el sentido profundo del testimonio de los mártires» está en que «testimonian la capacidad de la verdad sobre el hombre como límite de todo poder y garantía de su semejanza con Dios. Es en este sentido en el que los mártires son los grandes testigos de la conciencia, de la capacidad otorgada al hombre de percibir, más allá del poder, también el deber y, por lo tanto, abrir el camino hacia el verdadero progreso, hacia la verdadera elevación humana». Por este motivo, el heroísmo de los mártires sigue siendo necesario también hoy —indicó—, para vivir con coherencia la fe en un mundo secularizado. «Ser cristianos coherentes nos impone no inhibirnos ante el deber de contribuir al bien común y moldear la sociedad siempre según justicia, defendiendo —en un diálogo informado por la caridad— nuestras convicciones sobre la dignidad de la persona, sobre la vida desde la concepción hasta la muerte natural, sobre la familia fundada en la unión matrimonial una e indisoluble entre un hombre y una mujer, sobre el derecho y deber primario de los padres en lo que se refiere a la educación de los hijos y sobre tantas otras cuestiones que surgen en la experiencia diaria de la sociedad en que vivimos», concluyó.

Futuras beatificaciones

Con estos mártires, la Iglesia católica ya ha proclamado casi mil beatos (exactamente, 977, entre los cuales hay 11 santos), martirizados durante la persecución religiosa que tuvo lugar en España en los años treinta del siglo pasado. Aunque según ha informado el secretario de la Conferencia Episcopal, el padre Juan Antonio Martínez Camino, son todavía muchos los casos susceptibles de ser reconocidos en el futuro. Están ya en marcha los procesos de unos dos mil, y se podrían proponer hasta una decena de miles de mártires más.