29 de septiembre: san Renato Goupil, el cirujano que ofreció su vida entre los indígenas - Alfa y Omega

29 de septiembre: san Renato Goupil, el cirujano que ofreció su vida entre los indígenas

Una sordera le impidió ser sacerdote jesuita, pero no dudó en unirse a la tarea evangelizadora en Canadá. Fue asesinado por hacer un gesto tan sencillo como la señal de la cruz

Ester Medina
Estatua de los mártires canadienses en la iglesia de la Asunción de Windsor (Estados Unidos)
Estatua de los mártires canadienses en la iglesia de la Asunción de Windsor (Estados Unidos). Foto: Share Alike 4.0 International.

Como un hombre sencillo y de trabajo silencioso. Así se podría definir la vida de san Renato Goupil, cuya historia es tan desconocida como fascinante porque decidió, en mitad de los peligros y hostilidades del siglo XVII, que su vida no tendría mayor propósito que el servicio a Dios y a los demás. Una historia, sin embargo, marcada por una valentía y una fe que desafiaron uno de los miedos más profundos: el de morir por lo que se cree.

Renato era un joven francés inquieto por el deseo de servir a los demás. Nació en una familia profundamente cristiana que inculcó en él un fuerte sentido de la fe. Sintió la llamada a consagrarse a la vida religiosa y decidió unirse a los jesuitas, aunque inicialmente no como sacerdote, sino como hermano coadjutor, un papel que implicaba ayudar en tareas prácticas y cotidianas dentro de la misión jesuítica. Siendo ya médico y cirujano de profesión, cuando llegó el momento de completar su formación religiosa como sacerdote, una sordera se lo impidió.

Lejos de que ese obstáculo le alejara de su fe, Renato se ofreció como voluntario para las misiones que tenía la Compañía de Jesús en Quebec (Canadá), donde se unió a otros misioneros en la tarea de evangelizar al pueblo de los hurones, unos indígenas norteamericanos que vivían en pequeñas comunidades. «El encargo que asumió este santo era desear que esos pueblos fueran cristianos», asegura Alfredo Verdoy, jesuita e historiador, en conversación con Alfa y Omega. «Que todas esas personas que vivían en América se pacificaran o vivieran de una manera más civilizada, sin tanta violencia ni muerte».

Dentro de aquella misión, Renato asumió su papel de médico con gran dedicación, atendiendo tanto a los colonos como a los nativos, sin distinción. Fue ahí donde conoció al padre Isaac Jogues, otro misionero jesuita con quien entabló una profunda amistad y compartió la tarea evangelizadora.

En 1642, en una de estas expediciones junto al padre Jogues y el resto de compañeros, se vieron sorprendidos por los mohawk, un grupo indígena de la Confederación Iroquesa —un conjunto de cinco tribus de la zona— que veía a los franceses y a sus amigos hurones como enemigos a erradicar.

Bio
  • 1608: Nace en Anjou, al noroeste de Francia
  • 1639: Entra en la Compañía de Jesús en París
  • 1640: Llega a las misiones que tenían los jesuitas en Quebec
  • 1642: Es martirizado y asesinado por hacer la señal de la cruz
  • 1925: Es beatificado por el Papa Pío XI
  • 1930: Es canonizado junto a otros siete mártires de la Compañía de Jesús

Renato y sus compañeros fueron capturados por los iroqueses y sometido a brutales torturas. Pero, ante ellos, su fe no se tambaleó; en lugar de sucumbir al odio, Renato se mantuvo firme en su convicción de que todos los seres humanos, también sus torturadores, eran dignos del amor de Dios.

Aún como prisionero, Renato no dejó de evangelizar. Enseñaba a los niños iroqueses a hacer la señal de la cruz. Este simple gesto fue visto por sus captores como una amenaza que debía ser castigada y el 29 de septiembre de 1642, mientras caminaba junto al padre Jogues en un poblado iroqués, uno de los guerreros se abalanzó sobre él y le golpeó en la cabeza con un hacha. El golpe fue mortal. Allí, en medio de un lugar extraño, lejos de su tierra natal, Renato Goupil entregaba su vida con 35 años. «A este santo lo mataron por hacer la señal de la cruz, y esto nos enseña que manifestar signos cristianos puede molestar a determinadas personas porque piensen que la cruz es un símbolo reaccionario», señala Verdoy. «A lo mejor hoy no lo matarían por algo así, pero sí lo reducirían a la nada».

Renato Goupil no escribió grandes libros, ni se recuerdan de él grandes discursos. Fue santo y mártir porque dio la vida, no renunció a su fe y sirvió hasta el extremo. En esa entrega total su historia trascendió, siendo beatificado en 1925 por el Papa Pío XI y canonizado poco después. Actualmente se le venera especialmente en el Santuario Nacional de los Mártires Norteamericanos, situado en el norte de Estados Unidos y cuyo templo está dedicado a aquellos misioneros jesuitas que fueron martirizados.