Un testigo clave implica al acusado por la muerte de Ellacuría, y al expresidente - Alfa y Omega

Un testigo clave implica al acusado por la muerte de Ellacuría, y al expresidente

René Yusshy Mendoza, exteniente que participó en el asesinato de cinco jesuitas españoles y otras tres personas en 1991 en la Universidad Centroamericana en El Salvador, ha asegurado que recibió la orden del alto mando y que le confirmaron que en ella había participado el excoronel Inocente Montano. Montano está siendo juzgado en la Audiencia Nacional

Redacción
Foto: EFE / Kiko Huesca

Un exteniente salvadoreño reveló el miércoles en el juicio contra el excoronel Inocente Montano que el alto mando militar, con la aprobación del entonces presidente Alfredo Cristiani, ordenó asesinar a Ellacuría y a sus compañeros jesuitas en 1989 en la Universidad Centroamericana sin dejar testigos de la matanza.

René Yusshy Mendoza señaló explícitamente al presidente, cargos políticos de Defensa (Montano era viceministro de Seguridad Pública) y jefes del estado mayor como los responsables y autores intelectuales de los asesinatos que ejecutó el batallón Atlácatl y al que el exteniente acompañó por orden de sus superiores.

Testigo clave

Mendoza llegó al juicio ante la Audiencia Nacional como el segundo implicado, pero en la primera vista fue exonerado de toda responsabilidad y se convirtió en uno de los testigos clave. Hace años, confesó y desde entonces ha colaborado con la Justicia.

El exteniente relató que la masacre fue ordenada por el alto mando militar en una reunión horas antes de los asesinatos con el coronel Guillermo Benavides, a quien se encargó que ejecutara la matanza y quien a su vez eligió a Mendoza para que junto a otro mando de la Escuela Militar dirigieran la operación.

Mendoza ha relatado todo lo que Benavides, condenado a 30 años de cárcel en 1992, amnistiado en 1993 y capturado en 2016 para cumplir la pena, le dijo antes de dirigirse a la Universidad.

El presidente autorizó la orden

«Toda la operación estaba ordenada por el alto mando, Benavides me dijo que tenía que ejecutar la orden que había recibido y que Montano fue una de las personas que dio la orden de eliminar a Ellacuría, me lo dijo varias veces», afirmó Mendoza. Incriminaba así al excoronel, que se enfrenta a 150 años de prisión.

Pero también involucró al presidente Cristiani porque según el testigo, el alto mando iba a informarle de la operación en un encuentro en el edificio del Estado Mayor y que si se oponía a los asesinatos se informaría de ello. «Si no hubo contraorden es que el presidente lo tuvo que haber aprobado», ha apostillado el exmilitar, que siempre ha hablado de «operación coordinada» por el Ejército.

Y en particular por La Tandona, la promoción de oficiales que «a finales de los 80 llegaron a tener el poder absoluto de las fuerzas armadas» y los puestos clave en el alto mando. Montano era miembro de aquel grupo que funcionaba «como una cofradía».

«Sin dejar testigos»

Tras aquella reunión, Benavides convocó a los oficiales de la Escuela para informarles de la orden y luego hizo lo mismo con el teniente Espinoza, cuya unidad fue designada «para ejecutar la misión sin dejar testigos». Mendoza los acompañó porque se quería que hubiera un oficial con los hombres. «Yo lo era, pero no se por qué me eligieron a mí», añadió en el juicio.

Así fue la operación

40 militares llegaron a la puerta del campus y allí una persona les ayudó a entrar. Estaba todo oscuro. Él se quedó al final del grupo y se dirigió a un edificios con dormitorios. Estaba en el patio interior cuando escuchó ráfagas de disparos. En un primer momento, pensó que a lo mejor eran guerrilleros escondidos, porque les habían dado esa información.

Inmediatamente salió y subió a un alto donde vio los cuerpos tendidos en el suelo. Bajó y Espinoza le señaló: «Ya está, vámonos». Mientras se marchaban «se escucharon explosiones y disparos para simular un enfrentamiento», porque provenían de ellos mismos.

Al llegar a la Escuela, fueron a ver a Benavides para comunicarle «misión cumplida». Benavides preguntó a Espinoza si estaba Ellacuría y le respondió que sí. «¿Estás seguro? Y dice que sí». A este le dijo que se fuera a descansar y a Mendoza que «guardara silencio».

Investigación dirigida por las fuerzas armadas

La investigación posterior estuvo repleta de irregularidades. Se manipularon las armas de los soldados que ejecutaron los asesinatos, se destruyó el libro de registros de entrada y salida de la Escuela y se hizo lo mismo con una maleta llena de dólares que encontraron en la UCA.

Él mismo fue objeto de esa manipulación cuando le citaron a declarar en la Comisión de Hechos Delictivos, dirigida por militares. Mendoza ha relatado que empezó a contar todo hasta que entró un abogado y leyó lo que estaba anotando una persona.

Acusación de los fiscales

«Dijo “no, no, no. Esas declaraciones no pueden ir así”. Le pide que saque el papel de la máquina y dice: “No puedes mencionar a ninguna persona del alto mando, a nadie que no sea Benavides o miembros del batallón”. Toma la hoja, la rompe y dice comienza», detalló Mendoza, que tras ello quedó detenido y forzado en el juicio a negarlo todo, como marcó la estrategia del Ejército.

En la vista del miércoles testificaron también los fiscales del caso en El Salvador, que luego ejercieron la acusación particular. Ambos han denunciado las «mentiras sistemáticas, la ocultación de pruebas y el bloqueo» de un procedimiento «sin neutralidad alguna». «Fue una confabulación estatal para obstaculizar el descubrimiento de la verdad».

Su superior en 1991: «El perdón está dado»

Quien en el momento del asesinato era superior de los cinco jesuitas españoles, el también español José María Tojeira, ha subrayado que la celebración de este juicio es «un deber moral» para España. En una entrevista a El Mundo, el jesuita explica que en el juicio español «faltan otros cinco autores intelectuales»: al general y jefe de la Fuerza Aérea, Rafael Bustillo; al general y ministro de Defensa, Juan Zepeda, y al coronel y jefe de la Brigada de Infantería, Francisco Elena Fuentes. Y por omisión, al ministro de Defensa, Humberto Larios, y al presidente de la República, Alfredo Cristiani. «Todos se reunieron horas antes del crimen».

Con todo, Tojeira espera que pronto puedan ser juzgados en El Salvador. «Tras casi 30 años, hemos logrado procesarlos». Después de que el sobreseimiento del caso en el año 1993 fuera declarado nulo, «estamos esperando a la Corte Suprema para arrancar el juicio». Con todo, «el proceso está parado» al recusar la defensa a dos miembros de la Sala.

El jesuita también espera que Montano sea condenado, aunque se muestra abierto a que luego, «por ancianidad, sea excarcelado. Es justicia, no venganza». Pero antes tiene que darse la «verdad, justicia y perdón, también legal». En cuanto a la congregación religiosa, asegura que el perdón, si bien es doloroso, «está dado desde el primer momento. El mismo día del crimen, por la noche, celebramos una Eucaristía y rezamos por las víctimas, pero también por los autores, para que el Señor les ayudara a arrepentirse».

Efe / Redacción