Desahuciado por los médicos, el cura Geraldo Morujão abrió los ojos cuando ya estaban preparando su funeral - Alfa y Omega

Desahuciado por los médicos, el cura Geraldo Morujão abrió los ojos cuando ya estaban preparando su funeral

El presbítero, del Opus Dei, sufrió un paro cardíaco a los 82 años mientras nadaba en una piscina en Tierra Santa. Hoy, con 89 años, sigue practicando la natación y atribuye su completa recuperación al beato Álvaro del Portillo, del que hoy celebramos su fiesta

Redacción
D. Geraldo en un discurso en Viseu. Foto: Opus Dei

11 de septiembre de 2013. El sacerdote portugués Geraldo Morujão acompañaría a partir de aquel día una peregrinación a Tierra Santa. Había puesto el viaje bajo la protección del beato Álvaro del Portillo —primer sucesor de José María Escrivá al frente del Opus Dei—, al que tenía mucha devoción.

Morujão, que entonces tenía 82 años, llegó el primero al hotel y decidió practicar su deporte habitual —la natación— en la piscina del establecimiento. Pero algo salió mal y, poco después, lo vieron flotando inerte en el agua. Tenía un aspecto azulado y los ojos cerrados. «No se pudo despertar, ni siquiera cuando, 15 o 20 minutos después, llegó la ambulancia y usaron un desfibrilador. Intentaron también el masaje cardíaco», se lee en un texto difundido por la oficina de comunicación del Opus Dei en Portugal.

Fue declarado muerto. Sin embargo, la ambulancia llevó al presbítero a la unidad de cardiología del Poriya Medical Center. Allí «el monitor de ritmo cardíaco mostró una línea plana» y los distintos profesionales del hospital coincidían en que «no había nada que hacer».

En estas circunstancias, según el doctor Yonathan Hasin —cardiólogo del centro— «una de cada mil personas se despierta, aunque le quedan graves secuelas» al haber pasado demasiado tiempo sin oxigenación cerebral. Por ello, bajaron su temperatura corporal a 34 grados y decidieron mantenerlo conectado a la máquina durante cuatro días

Con este pronóstico, «en la embajada querían saber la fecha del funeral». Pero los amigos y familiares de Morujão no se habían dado todavía por vencidos y se entregaron a la oración para pedir la curación del sacerdote. Por si acaso, el obispo de Mgar le administró el sacramento de la unión e incluso el imán de la mezquita de la zona acudió a rezar por él durante 10 minutos. El testimonio del Opus Dei asegura que se produjo una «ola de oraciones rogando a Dios por la curación de su sirviente».

Y así sucedió. El sábado 14 de septiembre, abrió los ojos y preguntó «¿Dónde estoy?». Estaba desorientado, pero vivo. «Y se suponía que le iban a meter en la tumba». La enfermera Wissan, solo alcanzó a responderle: «¡Dios te ha bendecido!».

En la actualidad, con 89 años, Geraldo Morujão sigue practicando la natación y atribuye esta gracia a la intercesión del beato Álvaro del Portillo, fallecido el 23 de marzo de 1994 precisamente de un problema cardiaco y beatificado el 27 de septiembre de 2014 y del que hoy, 12 de mayo, se celebra su fiesta. «El mismo día del accidente, como en muchas otras ocasiones, el padre Geraldo había rezado la estampa del beato utilizada para pedirle ayuda», concluye el testimonio.