20 años de Long Black Train - Alfa y Omega

Fue la primera gran canción de Josh Turner, un artista de música country de Carolina del Norte que en mayo de 2003 publicaba este tema, que habla de la resistencia ante la tentación a la que el mal somete. Su autor, un cristiano desde la infancia cuya familia le llevaba a cantar a la iglesia, dijo que para componerla se inspiró en unas visiones que tuvo acerca de un tren de color negro que corría por una vía situada en medio de la nada. Para Long Black Train Turner sintió que Dios le propuso hablar a la audiencia a través de su música.

La letra describe un tren fúnebre largo y negro con un maquinista que representa lo maligno y donde hay gente en el interior observando al narrador simbolizando las tentaciones. «Porque os digo que hay victoria en el Señor. / Una victoria en el Señor. / Aférrate al Padre y a su santo nombre. / Y no vayas a montar en ese largo tren negro». Este es el estribillo de un tema que se centra sin decirlo en cuestiones como el exceso de la bebida, el juego, las drogas o la prostitución; o eso al menos fue lo que el autor quiso dejar patente en el videoclip. Solamente la gente que no se sube en ese vehículo y que permanece en el andén ha sido capaz de resistir.

Fue la canción con el que en el año 2001 se subió al escenario del Grand Ole Opry de Nashville, meca de todo cantante de country. El público quedó cautivado del talento de ese veinteañero con voz grave y la metafórica composición que escribió durante su estancia como estudiante en la Universidad de Belmont. Turner pensaba que ese tema de góspel no le interesaría a nadie porque sonaría muy antiguo. Pero resultó todo lo contrario: hoy en día es una de sus grandes señas identificativas y que, además, le dio la oportunidad de tener su primer contrato discográfico. Cuando se publicó estuvo varias semanas en las listas de grandes éxitos y en la actualidad es uno de los grandes himnos espirituales de música religiosa con raíces en el country que se han elaborado en el siglo XXI.

Para la crítica fue una canción desafiante donde sale a escena el aliento siniestro del infierno. Solamente Josh Turner sabe qué visión tuvo antes de componerla, pero lo que quedó claro es que, si el propósito divino era describir la tentación mediante la música popular, quedó demostrado que le salió una canción espléndida recordada por futuras generaciones. Un emblema musical del que se cumplen dos décadas.