Un pueblo de clausura - Alfa y Omega

Un pueblo de clausura

Dicen los académicos que la Historia –con mayúscula– es cíclica, como un proceso de ida y vuelta que se escribe por capítulos. Y, dicen, también ocurre así en la Historia de la salvación, que es tanto como decir en la Historia de la Iglesia. Lo cierto es que, en ocasiones, hay historias –con minúscula– que parecen confirmarlo, y una de ellas se está escribiendo estos días en el pequeño pueblo de Cumbres Mayores, en la serranía de Huelva. Allí, once carmelitas descalzas peruanas han llegado para fundar un Carmelo…, procedentes de otro que fue fundado en su país, hace 50 años, por una carmelita española, condiscípula de la Madre Maravillas. Un carisma pendular. Aunque, claro, las historias de la Iglesia siempre incorporan novedades, por la «permanente novedad del Evangelio»: esta vez, no ha sido una diócesis ni una Orden, sino el pueblo cumbreño, quien ha querido, proyectado, financiado, construido y acogido este proyecto. Así, Cumbres Mayores es hoy «un pueblo de misioneros de clausura»

José Antonio Méndez
Las carmelitas descalzas, junto al párroco, don Antonio Lucena

«Yo había sido carmelita descalzo y misionero. En 2006, ya no era carmelita, sino cura diocesano, y acababa de llegar como párroco. El 15 de agosto, el día de la Virgen, iba paseando por el pueblo con un grupo de seglares y sus hijos, vi un campo y les comenté: Qué buen sitio sería aquel cercado para fundar un Carmelo. Ellos me dijeron: Es verdad, y buena falta nos hace que haya monjas rezando por nosotros. Pero es imposible, porque aquel cercado es de una viuda sin hijos, que no lo ha vendido nunca…». Don Antonio Lucena, párroco de Cumbres Mayores, cuenta así cómo empezó a gestarse, en este pueblo de la sierra de Huelva que linda con Extremadura, la fundación de un Carmelo Descalzo, digna de una crónica teresiana.

Con el único aval de un deseo nacido el día de la Virgen, cinco familias se pusieron manos a la obra, constituyeron junto al párroco la asociación Divina Misericordia y San José, y don Antonio fue a hablar con la viuda. «Cuando le dije para qué lo queríamos, dijo: Para eso, lo regalo. Nosotros se lo compramos para no hacer una injusticia», explica. Ya tenían el terreno, sí, pero faltaba todo lo demás, empezando por las monjas y el permiso del obispo. Dos años después, el proyecto seguía parado y la crisis arreciaba con fuerza, «así que muchos empezaron a decir que estábamos locos, y a darlo por imposible», cuenta don Narciso Chacón, un laico, casado y padre de una hija, comprometido desde el principio con el Carmelo. Así que echaron un órdago a la grande: el día del Sagrado Corazón, tuvieron una audiencia de 10 minutos con el obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana, «y le soltamos: Don José, ¿nos deja fundar un monasterio de clausura en Cumbres Mayores? Nos dio un sí rotundo, y nos animó a seguir adelante, dejándole amplitud al Espíritu Santo», cuenta el párroco. En paralelo, don Antonio inició los contactos con un Carmelo de Perú, fundado hace 50 años por la Madre Pilar de Jesús, una española condiscípula de la Madre Maravillas. «Nos dio mucha alegría vivir el espíritu de santa Teresa en la tierra de la Madre Pilar, ofrecernos a Dios por los españoles, y ser presencia del Señor y testigos coherentes del Evangelio, con nuestra vida y nuestra palabra, para los cumbreños», cuenta la Madre María del Sagrado Corazón, priora del Carmelo. 11 carmelitas se ofrecieron voluntarias para la fundación.

Las monjas en la capilla, aún por terminar

Una catequesis de carne y hueso

El proyecto arquitectónico fue regalo de un primo del párroco; y el contratista fue, de entre todos los del pueblo, el que ofertó el precio más barato. Ya no eran sólo los cinco de la asociación, sino todos los cumbreños los que empezaron a colaborar con donaciones, y en las rifas, mercadillos y loterías para recaudar fondos. «El cura no puede hacerlo todo, y tenemos que arrimar el hombro. Estas monjas se van a entregar por los cumbreños, y nos hace mucha falta que recen a Dios por todos y cada uno de nosotros», dice don Narciso. En diciembre de 2013, terminaron parte del monasterio y llegaron las 11 religiosas. «Nos acogieron como no podíamos imaginar. Todo el pueblo se ha volcado, nos han traído de todo y nos han buscado trabajos para ir subsistiendo», relata la priora. El 2 de febrero, en la Jornada de la Vida Consagrada, será inaugurado el nuevo Carmelo, al que le resta por concluir el coro, el muro y la iglesia (por eso aceptan donativos en la cuenta de La Caixa 2100 5607 97 02 00018128). «Quienes no entienden la clausura, están recibiendo una catequesis en vivo, que dará frutos de gracia para todos», concluye el párroco. Cumbres Mayores es hoy un pueblo de misioneros de clausura…