La intuición que construyó Europa - Alfa y Omega

La intuición que construyó Europa

¿Qué hacían unos monjes trapenses en medio de la montaña, en un país musulmán, exponiéndose al martirio? Dar testimonio de Dios, crear comunidad a su alrededor, contribuir al desarrollo de la zona, promover vínculos de paz… Lo mismo que ya hicieron tantos monjes en Europa

María Martínez López
La comunidad de Tibhirine que fue secuestrada y asesinada en 1996

La entrega a Dios a través de la contemplación en lugares de misión puede ser una preparación para la entrega total del martirio. Es el caso de los siete monjes trapenses del monasterio Nuestra Señora del Atlas, en Tibhirine (Argelia), secuestrados en marzo de 1996, durante la guerra civil en el país, y asesinados dos meses después.

El padre Miguel Larburu, Misionero de África (Padres Blancos), ha estado 40 años en el país y era amigo de la comunidad: estudió árabe en Roma con el padre Christian de Chergé, prior en el momento de los asesinatos, y ambos estuvieron juntos al frente de la Unión de Superiores Mayores de Argelia. La misión de esta pequeña comunidad contemplativa en un país musulmán -explica- no era otra que «la de todos los monasterios. ¿Quién ha creado Europa? Los monasterios, que llegaban a un sitio y lo desarrollaban en todos los sentidos. En Argelia, su intuición era la misma; incluso de forma más clara, porque allí era imposible hacer proselitismo».

Al principio, el monasterio estaba aislado en las montañas del Atlas. La mayor ciudad de la zona, Medea, está a seis kilómetros. Pero, «poco a poco, alrededor del monasterio se creó un pequeño pueblo», exactamente igual que había ocurrido unos siglos antes en Europa. «Los monjes siguieron el lema Ora et labora, y crearon una cooperativa agrícola. Con la gente del pueblo, cultivaban legumbres, producían miel… Luego bajaban a Medea a venderlo».

Otro nexo de unión era el Hermano Luc, que era médico y «había curado a todo el pueblo. ¡Cuántos niños habrán pasado por sus manos…!». Todo esto los convertía en unos vecinos muy queridos, «a los que la gente invitaba cada vez que había una fiesta en el pueblo». Eso, a pesar de que «no todos hablaban árabe. Christian lo hablaba muy bien, y algún otro también. Los demás, chapurreaban».

Un aspecto que diferenciaba a Tibhirine de los monasterios europeos era el diálogo interreligioso. «Todos en el pueblo eran musulmanes. No tenían mezquita, y los monjes les dejaron una dependencia en el entorno del monasterio para rezar allí». Christian, el prior, «era muy inteligente, estaba muy preparado teológicamente, y había reflexionado mucho sobre la relación con el Islam» y qué podían aprender de ellos. De ahí surgieron algunas pequeñas innovaciones, como descalzarse para rezar, al igual que los musulmanes «y que Moisés ante la zarza ardiendo; le interesaba encontrar razones teológicas de nuestra fe que apoyaran estos gestos». Además, «en Medea había una comunidad de sufíes, contemplativos del Islam, y con ellos empezaron a celebrar reuniones periódicas para reflexionar juntos sobre temas comunes». Este grupo se llamó Ribat es-Salam, Vínculos de paz.

Hoy, estos vínculos se mantienen por la presencia en Tibhirine de un sacerdote y un matrimonio de voluntarios franceses. En Argelia, otra presencia «con una tendencia muy contemplativa» son los Hermanos y Hermanas de Jesús, que viven la espiritualidad del desierto en el mismo país donde vivió y murió su inspirador, el Beato Charles de Foucauld. Los trapenses continúan este peculiar apostolado en Midelt (Marruecos).