Miles de madres sin sus hijos - Alfa y Omega

Todavía hay miles de niños atrapados en territorio ruso mientras sus padres los buscan desesperadamente. O sus familiares. Como la abuela de Oleksandr, cuya historia nos estremece esta semana. Arrancado el niño de los brazos de su madre cuando los rusos invadieron su ciudad, la abuela encontró a su nieto meses después a través de Facebook —hay un buen uso de las redes sociales—. Aun con su hija desaparecida, la mujer agarró la maleta y recorrió Polonia, Lituania y Letonia, hasta llegar a Rusia, donde encontró al pequeño muerto de miedo. Es una historia con final feliz, de las pocas. La última vez que le vio tenía 10 años. Ahora tiene 12. Pienso en el viaje de esa mujer, con años a sus espaldas, llamando puerta por puerta, recibiendo negativa tras negativa. Frío. Desesperación. Angustia. Pienso en esas otras miles de madres que no han vuelto a ver a sus hijos. Pienso en cómo yo pierdo un segundo de vista a Inés en el parque y se me hiela la sangre. Y quiero poder hacer algo para remediar ese sufrimiento y no sé por dónde empezar. Y agradezco a Dios darme la oportunidad de estar en la Iglesia, esa que se desvela por traer de vuelta a esos hijos. Esa que hace vida la Palabra.

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