Huellas para recuperar la peregrinación a Santiago
La peregrinación a Santiago de diez americanos es la próxima película de Juan Manuel Cotelo. «No venían aquí de turismo montañero, ni histórico, ni cultural. Venían a tener una experiencia última de búsqueda de Dios con mucho sacrificio», dice el director. En España, los obispos son los únicos que, de momento, han podido ver Huellas
Tras 35 días de peregrinación y más de 900 kilómetros recorridos a pie, diez jóvenes americanos, acompañados del sacerdote español Sergio Muñoz Fita, llegaron a Santiago de Compostela el 24 de julio de 2014. Un día después, fiesta de Santiago, la Plaza del Obradoiro estaba repleta de peregrinos para celebrar la fiesta del Apóstol. El director de cine Juan Manuel Cotelo «iba paseando con el padre Sergio entre la masa. De repente, un chico italiano se le acerca y le dice:
—¿Le puedo dar la mano?
—Sí, claro, responde el sacerdote.
—Es que nunca he visto a una persona tan feliz, le contesta el chico».
«Esto sucede en mitad de una calle abarrotada de gente. Se quedaron hablando unos minutos. Cuando terminan, le para otro chico: ¿Es usted sacerdote? ¿Me puede dar la bendición? Yo soy protestante, pero he sentido que me tenía que dar usted la bendición. Y se la da. Cuando le dejó el segundo chico, llega otro y le dice: ¿Puedo hablar con usted? Yo soy drogadicto… Y se pone a contarle su problema con las drogas. Rece por mí, terminó pidiéndole. Y todo esto sucedió en apenas 10 minutos. Realmente, la sensación que yo tuve fue: Estoy caminando con Jesús por la calle. Estoy con un hombre que tiene un imán increíble. Yo lo había podido ver durante 40 días de peregrinación, con este sacerdote que sólo reza, reza y reza, pero es que estos chicos lo ven aquí, de pasada en una calle llena de gente, y lo han detectado y se acercan a él», cuenta para Alfa y Omega Juan Manuel Cotelo.
El padre Sergio acompañaba a diez jóvenes americanos que se embarcaron rumbo a España para recorrer a pie el Camino de Santiago. Su objetivo era encontrarse con el Señor, «para descubrir lo que Dios le pedía a cada uno de ellos», asegura el sacerdote.
Cotelo se sumó al proyecto un mes antes de que los peregrinos empezaran a caminar. «Recibimos un correo electrónico del padre Sergio, que decía algo así como: Estoy buscando una productora de insensatos dispuestos a empezar una producción sobre el Camino de Santiago dentro de tres semanas. ¡Era una provocación! El padre Sergio se vino a España y aceptamos el proyecto», explica Cotelo.
De España a Phoenix
El padre Sergio, natural de Cuenca, recaló en Phoenix para atender a los fieles de habla española. «Me nombraron párroco de Santa Ana, en Arizona». Al llegar, se encontró con una comunidad muy viva. «Van a Misa más de 4.000 personas. Cada semana tenemos 30 horas de confesiones. Dos días a la semana estamos doce horas seguidas confesando», cuenta.
La JMJ de Brasil en 2013, a la que acudió con un grupo de 50 jóvenes, fue una experiencia clave. «Los jóvenes volvieron con ganas de tomarse más en serio su vida de fe», cuenta. Entretanto, el sacerdote iba a volver a España en 2014 durante tres meses, «y el Camino de Santiago era algo que siempre había querido hacer». «En seguida, surgió en mi interior la idea de llevarme a chicos de la parroquia». Y terminó llevándose a diez jóvenes «que se encontraban en un momento de su vida en el que estaban haciendo un discernimiento fuerte de lo que quería Dios para ellos».
Agarrado de la pechera
La idea de convertir la peregrinación en una película surgió bastante pronto. Fue en unos ejercicios espirituales cuando el sacerdote sintió «como cuando te agarran por la pechera y te llevan a hacer algo. Yo tenía esa sensación con Dios, que me pedía claramente que documentara la peregrinación. ¡Qué bonito sería tener un trabajo documental sobre el sentido original del Camino de Santiago!, pensaba. Quería un documental que ayudara a la gente a encontrar a Cristo, y que cuando fuera a hacer el Camino, tuviera la perspectiva adecuada. Incluso que gente que no pudiera hacer el Camino tomara conciencia del verdadero sentido de la peregrinación y que le sirviera como una reflexión de su propia vida», explica el sacerdote.
«Han venido a rezar en serio»
La vida había llevado a cada joven por caminos distintos. «En la película, uno cuenta que había ido a cinco Misas en su vida, otro acababa de salir de la cárcel, otro ha trapicheado con drogas, el otro ha tenido unos dramas familiares tremendos por la deportación de su padre, otro era seminarista, otro está casado y tiene dos hijos… Cada uno diferente, pero todos venían a lo mismo: a hacer el Camino de Santiago en su sentido original. Vinieron a rezar, y a rezar en serio», concluye Cotelo.
Ahora la película está en la fase final de postproducción. Todavía no se sabe cuándo llegará a España. De momento, sólo algunos obispos han podido ver una primera versión del filme. Este martes, el arzobispo de Madrid, monseñor Osoro, recibió al sacerdote y a algunos de los jóvenes peregrinos norteamericanos. Mañana, el arzobispo de Santiago de Compostela y un nutrido grupo de prelados españoles tendrán la oportunidad de ver Huellas, que así es como se llama la película.
El gran público tendrá que esperar todavía algunos meses. Pero cada día que pasa es un día menos para poder disfrutar de ella. Hasta entonces, y como se desean los peregrinos en la ruta jacobea, ¡buen Camino!
«En EE. UU., mucha gente venía a preguntarme sobre la peregrinación a Santiago, porque sabían que yo era español», cuenta el padre Sergio Muñoz. ¿Por qué la gente conoce tanto el Camino? «Honestamente, creo que es por la película The Way, de Martin Sheen, que se hizo sobre el 2010. Creo que hay una relación entre esa película y el interés de muchas personas por el Camino de Santiago, o por lo menos para que mucha gente lo haya conocido». En la Oficina del Peregrino de Santiago, donde se contabilizan los peregrinos y su procedencia, está documentado que, tras el estreno de esa película, el número de peregrinos creció exponencialmente (entre 2009 y 2012, se pasó de 2.500 a 7.000 peregrinos. The Way se estrenó en 2010), aunque han podido influir otros factores.
Los diez jóvenes de Arizona venían a encontrarse con Dios, y dónde mejor que buscarle en la Eucaristía diaria. A sus Misas se sumaba mucha gente. Celebraban donde podían. En cualquier sitio. En un pasillo de un alojamiento, en un prado, en la cima de una montaña. «Recuerdo una celebración muy especial en lo alto del monte Ernio. La última subida de 40 minutos, en verano, era muy dura. En la base de la montaña, un grupo de montañeros nos dicen: ¿Que vais a celebrar Misa en la cima? Pues nos volvemos a subir, porque aquí nunca hemos visto que se haya celebrado Misa. Eso lo hemos visto en muchos lugares. Y luego algunos de los que se unían nos decían que no eran católicos. Yo creo que la gente pensaba: ¡Ostras! estos tíos van a rezar, pero van a rezar en serio. Las Misas de este grupo eran una pasada. Once jóvenes machacados después de una caminata de 30 kilómetros y están con una devoción impresionante», cuenta Cotelo. También pasaba con el rosario o con los momentos de silencio y oración. «Y luego les ves que son chicos absolutamente normales, con todos sus problemas, pero iban en serio a la hora de rezar, iban en serio a la hora de peregrinar. No venían aquí de turismo montañero, ni histórico, ni cultural. Venían aquí a tener una experiencia de búsqueda de Dios con mucho sacrificio. Venían a hacer el sentido de cualquier peregrinación», concluye.