Un acordaos diario por el asesino de su hija
Marta Obregón fue asesinada con 22 años por el violador del ascensor y su proceso de canonización comenzó, de forma inesperada, el mismo día de su funeral. La celebración –al final de la cual el padre dijo que perdonaba a su asesino– provocó la conversión de Montserrat y este hecho motivó la apertura del proceso. La causa está a punto de concluir su fase diocesana
El proceso de canonización de la joven Marta Obregón, asesinada a los 22 años en 1992 por el violador del ascensor, está a punto de dar un paso adelante. «Todavía no está fijada la fecha, pero en el plazo de uno o dos meses esperamos cerrar ya la fase diocesana», explica Saturnino López Santidrián, postulador de la causa, a Alfa y Omega.
El proceso se inició, de forma inesperada, el mismo día del funeral de la joven. «A la Misa acudió Montserrat, administradora de una fábrica» cercana, que «se convirtió durante la celebración». Después de su vuelta a la fe, «esta señora asistió a un retiro espiritual a un monasterio en Palencia y allí compartió la forma en que se convirtió». La directora del retiro «le animó a poner la historia por escrito», que a través de un sacerdote le terminó llegando al arzobispo de Burgos. «Su intención era difundirlo entre la gente joven, pero en un consejo episcopal se habló de la necesidad de investigar el caso en profundidad». El encargo recayó en López Santidrián, que posteriormente se convirtió en el postulador de la causa.
Pero Montserrat no es la única persona que se ha acercado a la fe gracias al testimonio de vida, y su actitud ante la muerte, de Marta Obregón. «En la actualidad hay cinco monjas de clausura que aseguran haber entrado en el convento por el influjo de Marta», asegura Saturnino López, que este miércoles presenta el libro Marta Obregón, Hágase, Yo pertenezco a mi amado (Editorial Fonte-Monte Carmelo).
Una viaje a Taizé
Marta Obregón nació en La Coruña el 1 de enero de 1969 y un año después se trasladó a vivir a Burgos con toda su familia. Allí pasó toda su vida escolar hasta que en 1988, cambió Burgos por Madrid para estudiar periodismo.
Dos años después de llegar a la capital, y después de haber pasado una crisis de fe en la adolescencia, la joven decidió sumarse a un viaje a Taizé con los jóvenes de la parroquia a la que asistía a la Misa dominical. «De allí, regresó tocada irremisiblemente por el Señor» y buscó un sacerdote para confesarse con profundidad, afirma el postulador. Sin embargo, «no se sabe muy bien por qué, en aquella confesión no recibió la absolución y, con cierta inquietud, hubo de buscar a otro cura que la escuchara de nuevo en confesión».
A partir de entonces, refiere López, «se da cuenta del amor y la misericordia de Dios, y entra en el Camino Neocatecumenal. Empieza así una vida ascendente hacia Dios, que le lleva a cambiar su actitud en la universidad y a defender desde entonces la ética y los valores cristianos incluso ante los profesores».
Tras el viaje a Taizé y la confesión, su sueño dejó de ser convertirse en periodista famosa y empezó a querer ser misionera itinerante. Pero un secuestro y 14 puñaladas la separaron de cualquiera de las dos posibilidades.
Secuestro y asesinato
Por una serie de circunstancias, Obregón tomó la decisión de trasladarse a Burgos, a la casa familiar, y terminar desde allí la carrera. Allí, su vida transcurrió tranquila entre los estudios, el deporte y Dios. «En aquella época se confesaba aproximadamente cada siete días, iba a Misa, hacía la oración a diario….», enumera el postulador.
La tarde del 21 de enero de 1992, la de su asesinato, Marta se la pasó estudiando en el Club Arlanza, del Opus Dei, a donde iba a estudiar, a pesar de ser del Camino Neocatecumenal, por ser un lugar tranquilo y por encontrarse cerca de casa. «Aquel día, como todos los anteriores, terminó de estudiar y antes de ir a casa hizo media hora de oración ante el sagrario de rodillas». Acto seguido, se marchó a casa y «pidió a las responsables del club que no le recogieran los libros que por la mañana iría a Misa y volvería allí de nuevo para estudiar». Pero cuando estaba llegando a la vivienda familiar, en el mismo portal, la joven fue raptada. La encontraron cinco días después, muerta, a las afueras de la ciudad.
Según el informe forense, Marta Obregón «tenía diversas erosiones y hematomas, fuertes presiones con las manos en el cuello y, sobre todo, 14 heridas de arma blanca en la parte izquierda del pecho, una de ellas en el centro del corazón». Todas esas heridas, explica Saturnino López Santidrián, fueron vinculadas por el informe forense y la sentencia con un intento de evadir la agresión. «El imputado del crimen había sido juzgado ya en cuatro ocasiones por abusos y violaciones, pero sin llegar al homicidio, al ceder sus víctimas a sus pretensiones». De esta forma, apunta el postulador, se dedujo que la joven murió en defensa de la virtud de la castidad.
Perdón al asesino
Del funeral de la estudiante no solo fue significativa la conversión de Montserrat, sino también las palabras que pronunció su padre, militar de profesión, que «al final de la Miso dijo que perdonaba al asesino», recuerda el sacerdote.
La madre, sin embargo, «tardó más perdonar», añade López, «pero también es cierto que se pasó todo el primer año desde el crimen rezando un acordaos diario por el asesino de su hija».
Causa de canonización
Una vez que concluya la fase diocesana, toda la documentación será enviada al Vaticano, a la Congregación para las Causas de los Santos, para proceder a su estudio.