Yvel Germain: «Tuve la convicción de que solo Dios podía salvar a Haití» - Alfa y Omega

Yvel Germain: «Tuve la convicción de que solo Dios podía salvar a Haití»

El director de Cáritas Haití vio morir a varios compañeros seminaristas en el terremoto de 2010. El sentimiento de lo eterno que experimentó lo llevó a dedicarse a labores humanitarias

María Martínez López
El sacerdote se convirtió en director de Cáritas Haití a mediados del año pasado. En la imagen, en una visita a Italia
El sacerdote se convirtió en director de Cáritas Haití a mediados del año pasado. En la imagen, en una visita a Italia. Foto cedida por Yvel Germain.

En los 15 años transcurridos desde el terrible terremoto de siete grados de magnitud que sacudió Haití en 2010 y dejó 316.000 muertos y 1,5 millones de damnificados, Yvel Germain ha pasado de ser un seminarista no demasiado comprometido —según él mismo confiesa— a director de Cáritas. Está visitando España para dar a conocer la compleja situación que atraviesa la nación caribeña.

En 2010 usted tenía 31 años. ¿Dónde le sorprendió aquel 12 de enero cuando la tierra tembló en Haití?
Yo estaba en Puerto Príncipe, en una formación con otros seminaristas como yo. Vivimos un gran peligro, ya que decenas de ellos perdieron la vida ante mis ojos. Podría haber estado entre ellos. Fue una catástrofe. También murieron unos sobrinos míos muy próximos. Y nuestra casa familiar se derrumbó.

¿Cómo fueron los días y semanas siguientes?
Recuerdo lo primero a familias enteras buscando cuerpos entre escombros. Mucha gente llegaba de zonas del campo para comprobar si sus familiares seguían con vida. Luego llegaron los médicos y la ayuda humanitaria, gente que nos traía tiendas de campaña y comida.

Por aquel entonces se estaba preparando para ser sacerdote. ¿Afectó a su vida espiritual?
Visto desde esa perspectiva, fue un momento clave tanto para mí como para el país. Yo en concreto tuve la convicción inmediata y el sentimiento de que solo Dios podía salvar a Haití. En cuanto a la gente en general, todo el mundo invocaba a Jesús; incluso personas de otros credos. Mi fe aumentó mucho. Antes de aquello había muchas cosas que no sabía para qué servían y mi compromiso era menor: si algo no me gustaba, lo dejaba. Pero a partir del seísmo tuve un sentimiento de lo eterno que hizo que comprendiera mejor a los demás y el trabajo con otros. También desarrollé una nueva comprensión de Dios centrada en la solidaridad y en la realidad del otro. Me permitió entender de otra forma el mundo del trabajo humanitario, en el que hasta entonces no había trabajado.

¿Ese crecimiento personal que relata fue algo frecuente, que le ocurriera a más personas?
Vi aumentar la motivación de muchas personas. Un seminarista que conocía se quedó sin un brazo y otros dos perdieron una pierna. Uno de ellos adquirió una actitud increíble ante la vida que sirvió de ejemplo para nosotros y para el resto. Tenía una fuerza vital que nos impregnaba a los demás. Yo, por mi parte, empecé a pensar que tenía que ir más allá de ser solamente un párroco.

15 años después, ¿siguen abiertas algunas de las heridas que el terremoto dejó en Haití?
Muchas infraestructuras no se han reconstruido. Pienso por ejemplo en numerosas parroquias y también en las catedrales de Puerto Príncipe y de Jacmel, una diócesis donde he estado trabajando bastantes años.

¿Por qué? ¿Se debe solo a la sucesión continua de otras crisis —el cólera, otros dos terremotos— hasta llegar al estallido de violencia por parte de las bandas en los últimos años? Desde la perspectiva de Cáritas, ¿cuáles son las razones subyacentes para que esta nación se vea tan maltratada?
Hay muchísimas cuestiones que se entrecruzan para llegar al punto en el que estamos. Se multiplican las crisis y los problemas políticos y socioeconómicos. Por un lado, el país no ha conseguido remontar después del terremoto porque no existe producción de alimentos y no se han puesto en marcha los programas que estaban previstos para la reconstrucción de las bases. En cuanto a la situación sociopolítica, hay muchos intereses cruzados por parte de los políticos, las bandas y países extranjeros que sacan provecho de la situación actual. Esto ha impedido el desarrollo de un sistema productivo propio y de un Estado que asegure derechos básicos y la seguridad para poder poner en marcha proyectos de vida.

Como alguien que ha dedicado buena parte de su vida a ayudar a los demás, ¿no le frustra ver que las cosas solo empeoran en vez de mejorar? ¿Qué le ha impedido tirar la toalla?
Como sacerdote, la fe. Como ser humano es cierto que me veo sobrepasado y superado por estos sucesos. Ante las catástrofes uno se ve muy pequeño. Pero eso no debe impedir que sigamos adelante. Precisamente por ser tan pequeños, no nos queda otra.