Yepeto es la historia de un profesor enamorado de su alumna, la hermosa Cecilia, y de la relación que establece con el novio de ésta. Ambos hombres, el joven y el viejo, se encuentran para hablar de literatura y poner sobre la mesa los sentimientos hacia su amada, de amor, celos, admiración, enfado y frustración. En definitiva, es un diálogo entre dos hombres que, aunque rivales en el amor, consiguen entablar una sincera amistad.
Da gusto encontrarse pequeñas joyas escondidas, teatro en estado puro, sin artificio, en un local alternativo en el madrileño barrio de Delicias. Ahí se encuentra Garaje Lumière, un garaje amplio, como su nombre indica, convertido en un bar con sala de teatro. Aunque nos alude a los inventores del cine, este local está consagrado al mundo escénico. La barra es también la taquilla, y se respira un ambiente variopinto pero familiar.
La obra nos presenta un guion, dos actores, un dialogo, una mesa, un sofá y emociones intensas. La versión adaptada es de Roberto Cossa, y lo dirige Chema del Barco, con la ayuda inestimable de Juan Vinuesa. Yepeto se representa todos los jueves a las 20 horas.
Estos dos hombres, uno mayor y otro joven, están enfrentados por el amor de una mujer: Cecilia. Uno es el profesor de literatura, admirado por su sabiduría, mujeriego, seductor con las palabras. El otro, Gonzalo, el novio, que presume de cuerpo lozano y de juventud de espíritu. Un tú a tú interpretativo que pone los pelos de punta, nada que envidiar a los mejores y más famosos intérpretes sobre las tablas. El papel del profesor lo borda el actor Carlos Olalla, lo llena de sentido, de empaque, de emociones. El joven Gonzalo Grillo también se luce, con su acento marcadamente argentino que no se esfuerza en no esconder. Y ambos sin ningún artificio, sin apenas decorado, donde los actores se exhiben tal y como son.
Algo sí se echa de menos, y es el amor desinteresado, el amor platónico o algo de idealismo. Se enfatiza sobre el aspecto físico, importante sin duda, pero no único; se pavonean del sexo como adolescentes, pero encontramos un amor inmaduro, que busca más el propio interés que la entrega. El nombre de Yepeto hace alusión al creador de Pinocho, como metáfora de la mentira. Sin embargo, hay muchas verdades sobre el escenario. Por ejemplo que la juventud del alma no se corresponde siempre con la del espíritu. Y que uno con la edad va ganando en raciocinio y va perdiendo espontaneidad.
★★★☆☆
Calle Ciudad Real, 12
Delicias
OBRA FINALIZADA