Ya se ven sus milagros - Alfa y Omega

Ya se ven sus milagros

Pedro J. Rabadán

Me tocó trabajar en san Isidro. Leí el teletipo según entró: «Tres muertos y dos heridos al colisionar un camión y una furgoneta en Soria». Horas después, repasando Facebook, leí una frase de un compañero de las que te hacen detenerte: «La vida se esfuma en un segundo y a la mierda todo. DEP Xavi». Aún no sabía a quién se refería. Hasta que esa tarde, un wasap del grupo de padres del colegio de mis hijas pedía oraciones por una profesora que acababa de perder a su madre, su hermana y su cuñado en un accidente. Los lazos se estrechaban y las tres noticias coincidían en Xavi, Tere y María del Carmen. Vi esta foto. Le reconocí, porque él imparte clases en el mismo centro universitario que yo. Repasé lo que inundaba la redes sociales y deseé que cuando yo me muera alguien pueda decir de mí y de mi familia las cosas tan bonitas que se comentan de ellos. Entregados a su familia, generosos, firmes en la fe, respetuosos, serenos…

Xavi y Tere tienen seis hijos de entre 8 y 18 años. Todos son alumnos de los colegios católicos de Fomento, donde el padre era responsable de Comunicación. Ninguno de los pequeños viajaba con ellos rumbo a Pamplona. Iban a buscar residencia de estudiantes para el mayor, y de paso acercar a la madre a una revisión médica. Estaban planeando un gran viaje todos juntos de aniversario. Un psicólogo de Emergencias comunicó la fatal noticia a los seis hijos a la vez, en la presencia de un familiar. Algunos preguntaban si ahora se iban a ir a vivir con sus padrinos. Qué dolor y qué entereza. La que demostró uno de ellos, de 17 años, con sus palabras en el tanatorio: «Papá, mamá, sois increíbles, estamos orgullosos de vosotros. Estamos preparados para salir adelante».

Este lunes la Iglesia de la Concepción en Goya se quedó pequeña para tanta gente que les quería despedir en el funeral. Mil personas acudieron al tanatorio. El colegio de los chicos también se llenó de profesores y de familias que se acercaron a rezar. «No nos tenemos que preguntar por qué pasan estas cosas. No lo entenderemos. Basta con confiar en Dios», dijo el capellán. Me atrevo a decir, con esta noticia en el corazón, que Dios transforma la vida y también la muerte. No alivia el dolor, pero esa abundancia de amor y fe tras esta pérdida se palpa en la monumental cadena de oración que se ha generado en toda España. Gente alejada de la oración se vuelca con el rosario por estos niños y por el alma de los fallecidos. Cómo remueve corazones, los acerca a Dios y fortalece el amor de otras familias que ya ven en ellos un espejo donde mirarse. El panorama que se le queda a la familia Prats Nebot es muy duro, pero estoy seguro de que los milagros de Xavi, Tere y Mari Carmen ya han comenzado… y con una fuerza imparable.