Acabamos de asistir al Congreso de Laicos. Hemos compartido iniciativas, ideas, procesos y actuaciones que se están desarrollando en España desde las distintas diócesis; con recursos, con pocos recursos y sin ellos. También hemos visto que estas iniciativas están obteniendo frutos abundantes.
Todas estas actuaciones tienen una serie de características comunes: van dirigidas a la evangelización en unos casos, y en otros, a atender en situaciones específicas de sufrimiento o necesidad. Esto no es nada nuevo en la Iglesia; pero en este caso, tienen un matiz claramente laical. Hemos comprobado que no estamos solos, que somos muchos. Los laicos que hemos visto en el congreso no buscan espacios de poder, sino generar iniciativas que lleven a la evangelización. Son la Iglesia activa y militante.
También de este congreso sacamos una idea clave: la necesidad de la comunión. Es necesario que todas las iniciativas presentadas se extiendan y se unifiquen. Es necesaria la globalización de la acción laical, porque juntos somos mejores y más eficaces; duplicar en la creatividad no es productivo, es mucho más productivo colaborar e interactuar.
Pero… ¿cómo debe seguir este proceso? Hemos vivido el precongreso, el congreso y ahora toca el poscongreso. Los laicos lo tenemos claro: hemos de interiorizar que tenemos que aprender unos de otros, servirnos del abanico de posibilidades que nos ofrece la variedad de ofertas de los distintos grupos. Debemos integrarnos en el tejido parroquial y trabajar codo con codo por esta Iglesia de Jesucristo que cada día nos necesita más. Debemos llevar la palabra de Dios a todos los rincones valiéndonos de las experiencias acumuladas que han resultado eficaces y reconvirtiéndolas o reinventándolas en aquellos caladeros en los que no obtenemos el fruto deseado. La imaginación y la resiliencia son nuestras herramientas, el Espíritu Santo está con nosotros. Pero esto solo funcionará bien si se hace en comunión con toda la iglesia.
Todos los colectivos laicales debemos analizar los resultados de este congreso y, tras una profunda reflexión en cada campo de actuación, es necesario generar aquellos procesos que conduzcan a aplicar las nuevas tendencias en sus actuaciones.
¿Y qué esperamos? Esperamos que la Conferencia Episcopal fije las premisas que recojan las tendencias de cambio que se definen en las propuestas. Esperamos documentos en los que se plasmen las conclusiones, que unifiquen, que compartan y promulguen estas iniciativas. Esperamos, también, la generación de procesos que permitan y canalicen, para beneficio de todos, la complementariedad de los distintos carismas del laicado.
Esperamos una coordinación, o mejor, una colaboración estrecha dentro del laicado de las distintas diócesis, y entre el laicado y el clero para crear una Iglesia en verdadera salida.
Miguel Ángel López
Laico de la archidiócesis de Sevilla