Con ecos en el título de la oscarizada película de José Luis Garci, esta vuelta a empezar transita por otros derroteros: los de la llamada España vaciada, que se ha quedado sin padres, sin hijos y sin nietos y, por lo tanto, sin futuro. Vuelvo a empezar es una apuesta sencilla, que tira del clásico reportaje televisivo para tratar de convertir una aparente historia mínima en una categoría. Su mayor virtud es que, en lugar de instalarse en la queja constante de que todo va mal, de que España está vacía porque la hemos vaciado, nos presenta historias concretas de personas que han dejado su vida anterior, que en la mayoría de los casos transcurría en las grandes o medianas ciudades, para instalarse en pequeños pueblos de España donde han encontrado su hogar.
Las historias de reinvención siempre tienen su atractivo y, en esa línea, estas narraciones saben tocar muy bien la fibra del espectador, que enseguida se pone en la piel de quien lo ha pasado mal, ha sido capaz de renacer de sus cenizas y de emprender y alumbrar en un sitio nuevo, que además, a priori, suele ser un lugar que no parece propicio para este tipo de emprendedoras y corajudas aventuras. Dirigido por José Luis Domínguez y Lidia Fuentes, Vuelvo a empezar lleva ya más de una decena de episodios de la segunda temporada. Se emite, como suele suceder en estos casos, a horas poco televisivas, los domingos por la mañana, a las 8:55 horas en La Primera de TVE. Ya saben que, contra ese vicio de poner buenos programas a malas horas, nos queda la excelente opción de verlo a la carta.
Siempre me llamó la atención el subrayado, tan atinado por otra parte, que TVE hace al recordarnos que estos programas son «servicio público». Me llama la atención, sobre todo, que por omisión se reconozca que otros no lo son tanto.