Deja el periodismo para ir a China «a enjugar las lágrimas de un gran pueblo» - Alfa y Omega

Deja el periodismo para ir a China «a enjugar las lágrimas de un gran pueblo»

Bernardo Cervellera, director de AsiaNews durante casi dos décadas, deja el periodismo para volver en unos días como misionero a China. Su deseo es evangelizar en las cárceles de Hong Kong

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Cervellera sabe que en el país «hay muchos derechos comprometidos». Foto cedida por Bernardo Cervellera

Después de 18 años al frente de la agencia de noticias AsiaNews, el misionero italiano del PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras) Bernardo Cervellera lo deja todo para volver a China, el país que le cautivó en su juventud.

Han sido casi dos décadas en las que Cervellera afirma con satisfacción que «hemos introducido la cuestión de la libertad religiosa en el debate sobre la problemática asiática. Siempre se puede hacer más, pero lo que ha hecho AsiaNews ha sido muy importante».

Según señala, «hace años nadie hablaba de la libertad religiosa en esta parte del mundo, pero ahora periodistas y líderes políticos muestran su preocupación por el estado de esta cuestión en China, Vietnam, India y en todo Oriente». Además, «el que la Iglesia esté prestando una mayor atención en este campo hacia las periferias es una gracia».

Dejando de lado las divisiones

«Hay un sentimiento de cercanía constante en el tiempo por parte de los sucesores de Pedro hacia el pueblo chino; un vínculo muy particular de sincero afecto y estima que se ha reflejado en formas de mantener relaciones cada vez más fructíferas, fraternales y caritativas», dice el cardenal Pietro Parolin en el prólogo del libro Un puente con China. El Papa y la delegación apostólica en Pekín (1919 – 1939), del sacerdote Adel Afif Nasr.

En su introducción, el secretario de Estado del Vaticano valora «el impulso de la Santa Sede de buscar siempre nuevas formas de relacionarse con China» y, al mismo tiempo, el deseo de Roma de «crear plataformas misioneras capaces de acercar la visión del Papa». Todo ello «en un contexto y con un sentimiento auténticamente fundados en el Evangelio».

Después de hacer un recorrido histórico por los diferentes intentos de Roma por establecer relaciones fructíferas con la China comunista –algunas datadas ya a principios del siglo pasado–, el cardenal Parolin destaca que «las circunstancias actuales nos colocan ante la urgencia del conocimiento mutuo y el diálogo constructivo».

Sin embargo, Parolin recuerda que «el Papa Francisco dice a menudo que un espíritu de auténtica reconciliación es decisivo para abordar los numerosos problemas que pesan sobre la vida de la Iglesia en China, dejando de lado los malentendidos y las divisiones que son legados del pasado».

Entonces, ¿cómo se pueden cambiar las cosas y eliminar los obstáculos en las relaciones? El secretario de Estado del Vaticano no duda en responder que, al fin y al cabo, «sentimos que todo está dentro de un plan que no es nuestro, sino de Dios».

A la hora de hablar de su próximo destino, Cervellera no duda en mencionar la palabra «vocación», pues «ya desde el seminario quería ir a trabajar a allí, de misión, y, de hecho, los primeros siete años de sacerdote los pasé en Hong Kong. Luego mis superiores decidieron que me dedicara en cuerpo y alma al periodismo, pero China ha estado siempre en mi corazón».

Para el misionero italiano, el gigante asiático «es un gran país, una gran nación, con una riquísima cultura», y, además, el chino «es un pueblo que busca a Dios». Sin embargo, su sed de trascendencia se ha visto limitada durante «décadas de ideología maoísta y comunista». Aun así, «la gente sigue teniendo hambre de Cristo», asegura.

Cervellera abunda en este sentido al afirmar que esta ausencia de Dios se ha visto magnificada por «siglos de influencia confucionista». El resultado es que «cuando se elimina a Dios, al final se acaba por eliminar también al ser humano. Este es el motivo por el que el pueblo chino ha sufrido tanto a lo largo de su historia. Y este es el motivo por el que quiero volver allí: para enjugar las lágrimas de este pueblo».

Una situación «complicada»

El sacerdote y periodista italiano es consciente de todas las dificultades que se va a encontrar en Hong Kong, su ciudad de destino: «La situación está complicada. Hay muchos derechos que están comprometidos, desde la libertad de prensa hasta la libertad religiosa. Y la nueva ley de seguridad crea muchas limitaciones».

Cervellera desempeñará un trabajo pastoral de base: «No está definido, pero me gustaría trabajar en las cárceles, donde actualmente malviven presos de muchísimas nacionalidades». «Decía Solzhenitsyn que las cárceles son los nuevos monasterios, lugares donde al final uno acaba recapacitando sobre su vida y puede descubrir a Dios. Es lo que a mí me gustaría: poder evangelizar en las prisiones», expresa.

La realidad eclesial en China es asimismo compleja, aunque para el misionero italiano, el nuevo obispo de Hong Kong, el jesuita Stephen Chow Sau-Yan, «me parece muy equilibrado y firme en principios como la libertad religiosa y la libertad de educación». Por ello, «aunque habrá puntos de fricción en el futuro», la Iglesia en Hong Kong «no debería transigir en esos mínimos que responden tanto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU como a los postulados de nuestra doctrina social».

De fondo está también el acuerdo entre el Vaticano y el Gobierno chino, cuyo contenido no se ha hecho público, y que Cervellera no duda en valorar: «Solo sabemos lo que dicen unos y otros, pero los hechos muestran una nueva estación de ordenaciones de obispos ligados a la Iglesia patriótica, mientras que los obispos no reconocidos por China son arrestados o ven limitada su labor pastoral. No creo que en Roma estén muy contentos con los frutos».

Un ponte con la Cina
Autor:

Adel Afif Nasr

Editorial:

Marcianum Press

Año de publicación:

2021

Páginas:

344

Precio:

27 €