¡Viva Verdi! - Alfa y Omega

Yo crecí en una casa BMV, es decir, Bach, Mozart y Verdi. Nos faltaba Wagner para parecer una marca de coches, pero me temo que Otelo o La fuerza del destino se impusieron a las valquirias. El alemán fue la lengua de mi adolescencia, pero el italiano fue la lengua de mi infancia. Haciendo bueno el dicho de la España imperial, América fue mi fortuna e Italia fue mi ventura. No sé si Flandes será mi sepultura, pero de eso preferiría hablar otro día porque hoy, damas y caballeros, celebramos a Verdi (1813-1901), que murió tal día como hoy cuando comenzaba el siglo XX.

Me pongo en pie para nombrar a este compositor que encarnó el espíritu del Risorgimento. En sus óperas está todo: el amor, la ira, el despecho, la desesperación, la esperanza y el anhelo de la patria. Los patriotas italianos gritaban su nombre porque eran las siglas de la libertad: Vittorio Emanuele Re d’Italia. Un pueblo que convierte la ópera en una forma de resistencia merece un compositor como Verdi. Italia solo tiene un dios, que es la belleza y Verdi fue su sumo sacerdote.

Todos nos hemos sentido despechados como Rigoletto o hemos pecado de la soberbia del duque de Mantua. Todos hemos celebrado la vida como el Brindis o hemos llorado junto a los canales de Babilonia. Verdi tiene un aria para cada momento de la vida. Siempre hay una cita de sus óperas para consolar las lágrimas o esperar cuando todo parece perdido. De la mano de Verdi, podemos recorrer la modernidad y adentrarnos en la condición humana.

Durante el confinamiento de los meses de marzo y abril de 2020, el Coro Internacional Lírico Sinfónico grabó un vídeo en el que cada músico estaba en casa y juntos cantaban el famosísimo Va pensiero. Europa estaba encerrada. Los niños no podían salir. Los mayores no podían salir. Centenares de personas morían cada día en los hospitales y en las residencias. Todos necesitábamos llevar el pensamiento a otro sitio, lejos, a un lugar mejor, es decir, a la tierra prometida. En esas voces, resonaba la tristeza, pero también la esperanza.

Seguimos atravesando este valle de lágrimas, en el que, sin embargo, Alguien nos conforta. Hay horror, pero también belleza: están los Salmos, está Verdi, está Italia. «¿Cómo cantaremos un canto al Señor si estamos en tierra extraña?». La respuesta nos la da Nabucco: con esperanza, con confianza, con la voz de quien sabe que el Señor lo escucha.

¡Viva Verdi!