Vitoria cede por otros 20 años una iglesia a los ortodoxos rumanos
«El ecumenismo de la Iglesia católica en Vitoria es real. No se limita a actos teóricos», afirma el responsable de la comunidad ortodoxa rumana local
El obispado de Vitoria ha cedido por 20 años más a la comunidad ortodoxa rumana la parroquia de Santa Lucía. La cesión —que continúa la anterior que por 15 años realizó el anterior obispo de Vitoria, Mikel Asurmendi— se concretó en la firma de un acuerdo la semana pasada entre el actual obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, y el obispo vicario Teofil de Iberia, del Obispado Ortodoxo Rumano de España y Portugal.
Se trata de una colaboración habitual en España desde hace años. «Los ortodoxos rumanos estamos presentes en todo el territorio, y aunque tenemos algunos templos propios —y en Madrid se está construyendo nuestra catedral—, agradecemos a la Iglesia Católica que nos ceda este espacio», afirma el padre Radu Ursu, responsable de la comunidad rumana en Vitoria.
«Los rumanos constituimos comunidades pequeñas, sin posibilidad de alquilar un espacio para nuestra liturgia», añade, al mismo tiempo que agrade a la Iglesia católica su apoyo: «El ecumenismo de la Iglesia católica en Vitoria es real. No se limita a actos teóricos, sino que con hechos concretos como este nos ayudan a conservar nuestra fe».
Gracias a la renovación de este acuerdo, los ortodoxos rumanos podrán tener la posibilidad de celebrar el culto con garantías: «Cada domingo vienen 30 o 40 personas a la Liturgia; unas 80 en Navidad, y cerca de 300 en Pascua». Y no solo eso: este espacio propio les permite realizar actividades sociales y con los niños.
«Esta muestra de ecumenismo nos ayuda a conservar y practicar nuestra fe, y a transmitirla a las futuras generaciones. Porque nosotros nos queremos integrar de la mejor forma posible en la sociedad al mismo tiempo que conservar nuestra fe y nuestros valores», añade el padre Radu.
Este sacerdote ortodoxo cuenta que en la comunidad rumana en Vitoria «la mayoría tiene el bachillerato y una buena parte estudios superiores, pero que aquí tenemos que trabajar en lo que sale. Esta primera generación que ha emigrado se sacrifica por la siguiente. La segunda, los niños que crecen y estudian aquí, ya puede optar a mejores empleos».
Él mismo cuenta que al llegar a España desde Rumanía tuvo que trabajar duro para sacar adelante a su familia mientras compaginaba su empleo con su labor pastoral: «Yo he trabajado en fundición, construcción, jardinería, haciendo piscinas y tejados, poniendo parqué, como repartidor entre Vitoria y Madrid… Trabajé como uno más desde el principio».
Ahora ha bajado el ritmo y trabaja en la biblioteca del seminario de Vitoria, por lo que afirma «agradecer muchísimo todo lo que los católicos están haciendo por nosotros».