Vidas de entretiempo - Alfa y Omega

Vidas de entretiempo

No hacen caso al móvil porque su vida sigue siendo, esencialmente, analógica. De ver las cosas, con sus matices, sus acasos, de tocar la cabeza del chaval. De escuchar al otro cuando habla y de sujetar las cartas concentrado, presente en ese momento, que saben único

Guillermo Vila Ribera
Foto: Guillermo Navarro.

Seguramente estos señores de aquí abajo tienen cada uno un teléfono móvil en alguna parte. Es probable que no sepan dónde. Quizá en el bolsillo o al lado de la tragaperras, o a lo mejor se lo han dejado en casa. No le hacen mucho caso porque su vida sigue siendo, esencialmente, analógica. De ver las cosas, con sus matices, sus acasos, de tocar la cabeza del chaval y revolverle el pelo, de saber si al día siguiente va a llover por el dolor de la rodilla. De escuchar al otro cuando habla y de sujetar las cartas concentrado, presente en ese momento, que saben único. «Pinta en oros». «Vale doble». «Charo, no hagas trampas que te conozco». «Ese es el chico de Arturo, ¿no?».

Quizá ellos no lo sepan, pero los que vivimos en la pantalla y en el momento siguiente les necesitamos. Por eso el próximo domingo la Iglesia celebrará la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Sí, el domingo, día de las elecciones y del cumpleaños de mi madre, que es abuela múltiple. Y que una vez redactó un artículo sobre lo que significa esa condición. «Los hijos te hicieron madurar y los nietos te hacen rejuvenecer», escribió. Eso y que «el niño no debe ver a su abuelo como a un canguro». Aunque lo que más me gustó de este texto que escribió mi madre sobre lo que significa ser abuelo fue esta frase: «También disfrutas cuando paseas con un nieto de la mano y sabes que es la misma mano que llevaba a su padre cuando tenía la misma edad».

Los abuelos son ese puente entre el mundo que dejamos y el que está por venir, esa grapa de la historia que permite que cada tiempo no nazca de la nada. Ellos nos van dejando una cultura concreta, unos valores que siempre son de entretiempo. Un poco de allá y un poco de acá. La verdad es que a veces nuestros hijos no les entienden, porque su reino es un poco de otro mundo que aún no ha llegado del todo, fresco, rápido, intrépido, en plan, modo chill y LOL. Y el abuelo protesta a medio gas: «Estos chicos hablan tan rápido que no les entiendo», se le oye murmurar mientras se echa encima su buena dosis de Álvarez Gómez.

Pero en la colisión de esos dos mundos está la salvación de la humanidad. De ahí el lema de la jornada de este año: «Su misericordia se extiende de generación en generación». De nuevo esa idea del viaje entre dimensiones, esa certeza de que nuestros mayores intuyen aquella esperanza que habita al otro lado del muro. Ha escrito Francisco que debemos procurar la presencia de los abuelos en nuestras familias, porque «nos da la conciencia de compartir la misma herencia y de formar parte de un pueblo en el que se conservan las raíces».

—Pinta en espadas.

—¿En qué?

—Coño Sebas, si la has sacado tú. Venga dale. ¿Qué tal tus nietos?

—Ahí van, creciendo, poco a poco. Mañana llegan al pueblo, ya era hora.

RELACIONADO