Valladolid presenta un protocolo de prevención de abusos sexuales
Somos luz en la misión pretende involucrar a agentes de pastoral, seminaristas y sacerdotes en la formación para la prevención de los abusos y la intervención en el caso de que se detecten
«La expresión sexual del amor en el marco de la relación conyugal, elemento precioso de esta relación, puede ser terriblemente destructiva cuando se da en el marco de una relación de desigualdad, diferencia de poder o autoridad». Así queda plasmado en Somos luz en misión, un proyecto de la archidiócesis de Valladolid presentado este martes, 20 de septiembre. Se trata de una iniciativa surgida en el seno del SAVA (Servicio de Atención a las Víctimas de Abusos) en el contexto del Año Jubilar del Corazón de Jesús. Como explica en la presentación Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, «queremos mirar al Corazón de Cristo, signo vivo del amor misericordioso que perdona y salva».
El proyecto surge tres años después de la puesta en marcha de SAVA, tiempo durante el que la diócesis ha registrado cinco denuncias por abusos sexuales. De ellas, tres habían prescrito, ninguna llegó a la justicia ordinaria y una está pendiente de resolución canónica en Roma.
Somos luz en misión sirve para la reflexión y constituye una «propuesta inspirada tanto en las enseñanzas del Evangelio como en las líneas de trabajo» marcadas por el Papa Francisco en Vos estis lux mundi «que relance nuestra actividad misionera». Recogiendo esa llamada del Pontífice a mirar hacia el futuro para generar una cultura capaz de evitar que los abusos no solo no se repitan, sino que no sean encubiertos, la diócesis de Valladolid pretende «implementar una cultura de los buenos tratos».
Para ello, se velará por la formación de los miembros de la Iglesia en Valladolid para alentar en la tarea misionera «al tiempo que ponemos especial énfasis en el cuidado de las personas». Esta formación servirá para la sensibilización y aproximación a la violencia hacia la infancia; la detección de la situación de violencia y a quién derivar los casos; y las herramientas para una intervención espiritual, psicológica, social y jurídica.
La propuesta formativa llegará a seminaristas y sacerdotes, agentes de pastoral en general (catequistas) y agentes específicos que por su tarea puedan tener trato con posibles víctimas, como pastoral de la salud, familiar o Cáritas. Se abordarán, entre otros, temas como el valor y el sentido de la sexualidad, la realidad del maltrato, la identificación de los factores de riesgo y de una mayor exposición y vulnerabilidad ante la violencia, y los diferentes tipos de abusos infantil y juvenil. Asimismo, se estudiará cómo actuar en caso de una detección del abuso y se destinará una formación específica sobre el uso seguro y responsable de internet.
Protocolos de intervención
El proyecto contempla unos protocolos de intervención que especifican de manera profusa cómo actuar ante menores de edad. Entre las acciones a llevar a cabo destacan evitar estas a solas con ellos en despachos o sacristías, procurando que las puertas siempre estén abiertas; examinar al menor, en caso de enfermedad o herida, en presencia de otra persona; y cuidar especialmente la intimidad en las duchas y baños en las actividades pastorales.
Por su parte, Somos luz en misión no solo se centra en los abusos o agresiones sexuales, sino que amplía el radio de los malos tratos a la violencia física, la intimidación o violencia emocional y la negligencia en la cobertura de las necesidades básicas de los menores. Igualmente ofrece una serie de indicadores físicos, emocionales o conductuales que son síntoma de algún tipo de maltrato. Entre ellos, aspecto sucio y descuidado, magulladuras, apatía, somatizaciones, estado de alerta constante, dificultad para socializar, conductas agresivas, rechazo a volver a casa, conductas sexuales explícitas, regresiones, sintomatología depresiva o intento de suicidio.
La iniciativa concluye con un apéndice sobre Aprendamos a amar, el programa de educación afectiva y sexual dirigido y coordinado por Nueves González Rico. Como afirmaba el arzobispo de Valladolid, «la sexualidad es un don que se recibe con la propia vida y ha de educarse, como el resto de nuestro ser, desde la infancia». Un segundo apéndice se centra en la espiritualidad y la madurez moral como prevención en origen contra los abusos; y un tercero, en el encuentro, la misericordia y la restauración.