En un reciente videomensaje, el Papa anima a los voluntarios y participantes de la Jornada Mundial de la Juventud –que tendrá lugar en agosto de 2023 en Lisboa– a ser «creativos» y a trabajar unidos para preparar el encuentro. «No vivan de las rentas de otros encuentros. […] Si no son creativos, si no son poetas, este encuentro no saldrá bien, no será original», asevera, aludiendo a la invitación del joven beato Carlo Acutis a que cada uno sea «un original, no una fotocopia».
Esta llamada ha de resonar a todos los jóvenes, no solo a los que van a participar en la JMJ, y también puede interpelar al resto de personas, especialmente en este momento en el que el mundo vive «de crisis en crisis», en palabras del propio Francisco. Hoy confluyen la crisis sanitaria de la pandemia, la crisis económica provocada por esta y ahora una guerra, «¡que es uno de los peores males que pueden ocurrir!». «Las crisis se superan juntos, no solos», señala el Sucesor de Pedro. No podemos pretender que desaparezcan por sí solas o acabar con ellas tirando de recetas que ya fueron insuficientes antes, sino que hay que afrontarlas con decisión y unidos.
En el caso de los creyentes, la oración por la paz en Ucrania da fuerzas renovadas para responder, cada uno en la medida de sus posibilidades, a los numerosos dramas y problemas que la invasión rusa está provocando. El Papa alza la voz para que «callen las armas» y sus enviados intentan mediar en el conflicto. En los países limítrofes, la Iglesia hace un esfuerzo sin precedentes para acoger a quienes huyen de las bombas y las diócesis más alejadas –entre ellas, las españolas– preparan sus recursos para atender las próximas llegadas de refugiados. Los fieles de a pie organizan colectas y recogidas de productos de primera necesidad… Lo hacen juntos, sin vivir de las rentas, conscientes de que la paz y la fraternidad se han de construir cada día.