Unidos por la libertad religiosa - Alfa y Omega

Nuestro mundo necesita la unidad fraterna. Tenemos grandes desafíos que solo se pueden iluminar desde esa clave. No solo en lugares donde se producen guerras criminales y luchas fratricidas. También en nuestro Madrid los cristianos tenemos imponentes desafíos que piden la luz de Cristo desde nuestra unidad.

Permitidme que me refiera a un nuevo reto que tenemos juntos. En sociedades occidentales como la española no podemos dejar que la defensa de la libertad religiosa se reduzca a la libertad de conciencia o a entender la religión como un mero sentimiento, como en ocasiones se pretende. Presentar la verdad de la libertad religiosa constituye una gran oportunidad hoy para el ecumenismo. Ciertamente existe la tentación de reducir el papel de las Iglesias cristianas a las sacristías. Pero no queremos que se obvie un doble derecho: por una parte, el que asiste a los ciudadanos a confesar, regular su vida interna y celebrar un credo y, por otra, el de las confesiones religiosas a manifestarse con libertad en los espacios públicos.

Desde luego las Iglesias tenemos el derecho —constitucional, por cierto— a afirmar y proponer unas convicciones que vienen de la fe compartida y que no pueden venir dictadas desde fuera. El campo del derecho a la vida o de la dignidad de las personas, la objeción de conciencia o los criterios morales que desde la fe regulan la vida cristiana, constituyen solo algunos de los ámbitos en los que podemos y debemos encontrarnos en el futuro. Juntos debemos comunicar la belleza de la fe y explicar la bondad de la libertad religiosa para nuestro mundo.

La unidad de los cristianos que hemos estado pidiendo incesantemente esta semana no es un asunto secundario ni un mero apéndice; antes bien, es el camino de la Iglesia. Este no es obra nuestra, sino un impulso del Espíritu Santo, que es el único que puede regalarnos la reconciliación y la plena unidad ecuménica. Que el Espíritu Santo, garante de la diversidad de dones y, al mismo tiempo, de la anhelada unidad, nos ayude a caminar hacia esa meta que barruntamos cada vez más esperanzadoramente cercana.