Una Navidad con trastorno de la conducta alimentaria: «Es un riesgo» - Alfa y Omega

Una Navidad con trastorno de la conducta alimentaria: «Es un riesgo»

Los expertos recomiendan a las personas que sufren TCA o alcoholismo que «limiten sus salidas» durante estos días plagados de celebraciones. La que han organizado en Cáritas Madrid es paradigma de que es posible celebrar sin excesos

José Calderero de Aldecoa
Paula Alonso
Paula Alonso, responsable del CTA de Cáritas Madrid.

Si todo en la vida tiene un propósito, el de este artículo es difundir las palabras de Paula Caballero, que lleva 15 años luchando contra el trastorno de la conducta alimentaria, conocido en la jerga médica como TCA. Cuando Alfa y Omega, al final de la entrevista, le pregunta a la joven «¿qué le diría a una persona que está empezando a restringir la alimentación como forma de solucionar los problemas?», ella contesta sin pensar: «Que esto no te cura de los problemas que tengas con el entorno. Lo único que hace es agravar muchos más ámbitos de tu vida. Que lo mejor es pedir ayuda».

La respuesta de Caballero, que hoy tiene 29 años, no ha sido meditada. No le hace falta, porque es algo que conoce de sobra. Ella misma pasó por esta situación con 14 años. «Yo era una chica gordita y en el colegio la gente me insultaba», rememora esta madrileña, que confiesa que los ataques provocaron que «empezara a obsesionarme con mi cuerpo». Así, Caballero comenzó a restringir la comida y a hacer mucho ejercicio, lo que supuso que su cuerpo experimentara una abrupta pérdida de peso. «Dejé de comer pan, entre otros muchos alimentos, y fui reduciendo a casi un tercio la cantidad de los platos», confiesa.

Paula Caballero

Paula Caballero sufre TCA desde hace 15 años.

El plan parecía que funcionaba. «De hecho, empecé a sentir tranquilidad y que mi insatisfacción se calmaba». Su familia, sin embargo, tenía una percepción diferente. «No sabían que en el colegio me insultaban por el sobrepeso, pero se percataron de que algo me pasaba con la comida». Y empezaron a preocuparse. Pero Caballero entró en una dinámica cada vez más autodestructiva. «Al final, llegó un momento en el que no ingería más que piezas de fruta».

Por aquel entonces el TCA, que mata cada año en España a 10.200 personas, según la Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados, había hecho estragos en el cuerpo de Paula, pero muchas de sus compañeras ni siquiera se dieron cuenta. «Yo apenas tenía círculo social, así que lo que más cundía era la indiferencia», lamenta la joven. No así para su familia, que decidió tomar cartas en el asunto y buscar la ayuda de un profesional. Se la prestaron en el Hospital Niño Jesús, donde la ingresaron. Allí comenzó un proceso de renutrición y a trabajar con la psicóloga.

Del Niño Jesús, Paula Caballero pasó al Gregorio Marañón y, posteriormente, al Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, en Madrid, gestionado por la Orden Hospitalaria San Juan de Dios (OHSJD). «Lo que pasó es que se me complicó la enfermedad. Estaba totalmente desnutrida y me dieron varios ataques epilépticos». La joven llegó a pasar por la UCI e incluso entró en coma. «Ante la peligrosidad de mi caso, mi familia solicitó una plaza en San Juan de Dios y aquí estoy». La joven reside en el hospital de lunes a viernes. Pero ahora «me han dado un permiso y tengo los fines de semana libres». En uno de esos permisos es cuando atiende la llamada de Alfa y Omega. «La verdad es que me están ayudando mucho, a adaptarme a mi vida y a eliminar hábitos enfermos que yo tenía asociados a mi entorno y a mi día a día».

Momento complicado

Los expertos ya le han advertido a Caballero de que el TCA le va a seguir acompañando y de que debe tener mucho cuidado. En este contexto, la Navidad es un momento complicado. «Ocurre lo mismo con los alcohólicos», advierte Jaime del Corral, psiquiatra de la Clínica Nuestra Señora de la Paz, también de San Juan de Dios. «Tanto unos como otros, en Navidad van a recibir una sobrecarga de estímulos relacionados con su problema». Según el experto, en esta época del año los pacientes «viven situaciones de alto riesgo, por lo que en las unidades de adicciones especializadas se les suele recomendar que limiten al máximo sus salidas».

Los consejos, sin embargo, se adaptan al proceso del paciente. No es lo mismo una persona que acaba de interrumpir el consumo de alcohol que una que lleva ya un tiempo de abstinencia. «En el primer caso, la pauta predominante es la prevención del riesgo y se le recomienda que no se exponga nada a una situación de consumo». Eso implicaría, en esta época, incluso dejar de asistir a algunas celebraciones. «La probabilidad de recaída es muy grande», subraya Del Corral. En el segundo caso, al paciente se le anima a retomar el contacto con su vida cotidiana, aunque «con precaución». Por ejemplo, «debería retirarse pronto de las fiestas, no debería juntarse con personas que tengan un alto nivel de consumo y tendría que evitar contextos focalizados a la bebida, como puede ser una cata de vinos». Lo ideal sería «potenciar otro tipo de encuentros con gente más saludable que tenga un nivel más bajo de consumo», concluye Jaime del Corral.

Jaime del Corral
Jaime del Corral, psiquiatra de la Clínica Nuestra Señora de la Paz.

Celebración sin excesos

Eso es lo que hacen, precisamente, en el Centro de Tratamiento de Adicciones de Cáritas Madrid, que organiza anualmente una celebración de Navidad para que los usuarios vivan las fiestas sin que eso implique riesgo de consumir. «Hacemos una comida especial el mismo día 24 y otra el 31 y hasta cantamos villancicos», asegura Paula Alonso, responsable del centro. 

La iniciativa, además, palia en parte la soledad que pueden sentir estas personas. «Muchas de ellas no tienen red de apoyo, no tienen red familiar. Hay quien la tiene, pero es un entorno vinculado a la adicción». Así, el proyecto en Navidad «es más que nunca un espacio de apoyo, de hogar. Se convierte en esa familia que no tienen y que las sostiene y les da estructura».

El centro tiene capacidad para atender de forma ambulatoria —sesión con la psicóloga, terapia, cita con la trabajadora social…— a 159 personas. «Ahora mismo tratamos a 145». La mayoría de ellas tienen un problema con el alcohol, «el 75 %», especifica Alonso; pero también hay con adicción al juego o a las compras compulsivas. «Lo pasan mal, porque su adicción tiene que ver con algo estructural: en España, todo lo celebrativo está demasiado vinculado al exceso en el ámbito alimentario». Y «la Navidad, concretamente, se asocia también a la lotería, que está muy blanqueada, pero funciona a nivel neurológico con el mismo mecanismo; y a la noche de Reyes», ante la que se disparan las compras. A las plazas para consultas, se añaden 30 plazas del centro de día. «Llegan sobre las 10:00 horas y se van en torno a las 18:00 horas. Hay distintos talleres, desde pintura hasta informática, grupos de apoyo, sesiones psicoeducativas…», concluye Alonso.