Una tarjeta como cualquier otra
Cáritas Cullera pone en marcha un sistema para que sus beneficiarios puedan comprar en tiendas y grandes superficies como cualquier otra persona
La creatividad en el ejercicio de la caridad ha tomado en Cáritas Cullera la forma de tarjetas prepago con las que las familias necesitadas pueden hacer la compra en cualquier establecimiento que deseen. «Nosotros teníamos un economato que funcionaba muy bien, pero queríamos dar un paso más», afirma Mary Falcó, coordinadora de la institución en la ciudad levantina. «Al final, un economato es algo limitado, porque provee sobre todo de alimentos no perecederos, con lo que todo lo fresco queda fuera: carne, fruta, pescado…». Además, querían dar otra alternativa a las familias para ahorrarles esperas en incómodas colas y evitarles la vergüenza de que otras personas les vean pedir alimentos en el economato social o en la parroquia.
Por ello, el equipo de Cáritas Cullera pensó en una tarjeta prepago sin ningún tipo de distintivo que pudiera identificar a su portador como usuario de Cáritas. Con esta tarjeta se puede comprar en tiendas y grandes superficies como cualquier otra persona.
Las tarjetas tienen un límite dependiendo del número de personas del núcleo familiar: para una sola son 30 euros mensuales, y por cada miembro se añaden diez euros más.
Una buena acogida
«Las tarjetas se recargan cada mes. Solamente pedimos a los usuarios que nos traigan los tickets de compra, no para fiscalizar, sino para ver si lo que compran es adecuado. Y si no lo es, les enseñamos a usar la misma cantidad de dinero para que les rinda más. Es una herramienta para ayudarlos».
Actualmente, Cáritas Cullera ha puesto en circulación 60 tarjetas, de las que se benefician otras tantas familias. Y cada seis meses se revisa su situación por si hiciera falta una renovación por medio año más.
«Queremos promocionar a la persona y que aprenda a valerse por sí misma; con esta herramienta damos un paso más para conseguirlo», afirma Falcó, coincidiendo con el sentir generalizado de los usuarios, ya que cuando les explicaron la novedad la gran mayoría de ellos «la acogió muy bien». Además, la gente las está usando con responsabilidad: «Ha habido incluso personas que han encontrado trabajo y vienen aquí a devolver la tarjeta».
El único riesgo que han corrido ha sido poder seguir contando con la ayuda de quienes antes se acercaban al economato para dejar donativos en especie: particulares, asociaciones, colegios, falleros… «Nos preocupaba no poder seguir contando con ellos, así que nos pusimos en contacto con los donantes más habituales para explicarles que a partir de ahora necesitábamos su ayuda, pero en dinero». Al dar ese paso, «nos hemos encontrado con que siguen contribuyendo de la misma manera. La gente es muy generosa, me siento orgullosa de decirlo».
La idea de Cáritas Cullera no ha pasado desapercibida y ya han sido varias Cáritas de Valencia y de otras diócesis las que se han puesto en contacto con ellos para saber cómo poner en marcha este proyecto, que para la coordinadora es «un paso más para dignificar a las personas».