Una renovación con dos procedimientos inusuales - Alfa y Omega

El análisis de los nombramientos episcopales permite intuir las líneas de acción que el Papa, con el tamiz del nuncio, quiere para un determinado territorio. Ese acento cobra especial importancia en el caso español, donde algunos acusan a Auza de que no todos los nombres propuestos tienen un marcado perfil francisquista. En realidad, son más benedictistas o juanpablistas, pontífices al fin y al cabo, por lo que no debería preocupar a nadie, ya que como dijo Francisco en Lisboa, «en la Iglesia caben todos, todos, todos».

En 2023, el Papa ha nombrado a ocho sacerdotes como nuevos obispos y ha promovido a seis a nuevas sedes. Así, Gerardo Villalonga es el nuevo obispo de Menorca; David Abadía, auxiliar de Barcelona; Ramón Valdivia y Teodoro León, auxiliares de Sevilla; Antonio Prieto, obispo de Alcalá; Jesús Rico García, obispo de Ávila; Mikel Garciandía, obispo de Palencia; y Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona. Por otro lado, Francisco José Prieto es ahora arzobispo de Santiago de Compostela, José Cobo, de Madrid; Sergi Gordo, obispo de Tortosa; José Rodríguez Carballo OFM, coadjutor de Mérida-Badajoz, Arturo Ros, obispo de Santander; y Julián Ruiz Martorell, de Sigüenza-Guadalajara.

En este año se han inaugurado dos procedimientos inusuales. El primero, la promoción a arzobispo de Madrid a uno de sus auxiliares. Ya había ocurrido en Santiago, pero nunca en la sede madrileña. También ha aparecido la figura del arzobispo coadjutor nombrado después de que el titular haya cumplido la edad canónica para presentar su renuncia. Es el caso de Mérida-Badajoz, y se ha presentado con el argumento de que es una vía para favorecer la transición. La renovación episcopal en España va a un ritmo más lento del esperado. Tenemos una diócesis vacante, Gerona, y nueve obispos que ya han presentado su renuncia. El próximo año, cinco obispos cumplirán los 75 años y presentarán su renuncia. De esta forma, 14 de las 70 diócesis, un 20 %, esperan un relevo. Habrá que estar atentos a las tendencias, por la influencia en el futuro de la Iglesia y, más a corto plazo, en la configuración de la CEE, que renueva su cúpula en marzo.