Una realidad bella, preciosa y buena - Alfa y Omega

Una realidad bella, preciosa y buena

Se celebra en Roma el congreso La primavera de la Iglesia y la acción del Espíritu

Amalia Casado

Con un foco puesto en el surgimiento de los nuevos movimientos y comunidades suscitados por la acción del Espíritu, y con otro en la misión y el papel del Regnum Christi en la formación y difusión de la fe, los días 16 y 17 de mayo se celebró en Roma el congreso internacional La primavera de la Iglesia y la acción del Espíritu, organizado por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, Universidad eclesiástica de la Legión de Cristo, y dentro del programa de actividades oficiales preparatorias para el Encuentro de los movimientos eclesiales con el Papa en Pentecostés.

El congreso dedicó un día completo a contemplar la acción de Dios en la historia del hombre y de la Iglesia, arrojando luz específicamente sobre cómo el Espíritu Santo tomó la palabra tras el Concilio Vaticano II y provocó, con su vitalidad y dinamismo, el nacimiento de los nuevos movimientos y comunidades eclesiales.

Participaron el Secretario del Consejo Pontificio para los Laicos, monseñor Josef Clemens, que contextualizó estas realidades en el pensamiento del Cardenal Ratzinger –de quien fue secretario personal–; el canonista padre Gianfranco Ghirlanda, jesuita, que expuso el actual mapa de posibilidades para encajar a los nuevos movimientos en el Derecho Canónico; y monseñor Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, que estuvo presente en la totalidad de las jornadas, y compartió su experiencia en el Camino Neocatecumenal como respuesta al modo de vivir la fe en la actualidad.

También estuvo presente el arzobispo Vicenzo Paglia, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, quien durante una homilía resaltó la unidad a la que están llamados, de manera especial, todos los movimientos eclesiales. «Esta unidad no es el resultado de una táctica ni de una estrategia humana», afirmó. «La unidad en el amor encuentra su origen en la comunión con el Señor. Nuestra verdadera fuerza no proviene de nosotros mismos o de nuestra capacidad de organización, sino de la unión con el Señor». Y añadió: «Sabemos que el amor de Dios es un amor que no conoce fronteras, que se caracteriza por una entrega total hasta dar la vida». Y concluyó: «Sí, hay una dimensión martirial en la vivencia del Evangelio para que sea creíble».

Dios no se detiene con el mal

La jornada quedó enriquecida con la presentación y propuesta de los carismas de un gran abanico de Movimientos, que hizo posible una experiencia de Iglesia, como Comunión y Liberación, Movimiento de los Focolares, Comunidad de San Egidio, Renovación en el Espíritu, Camino Neocatecumenal, Comunidad del Emmanuel, Béatitudes, Comunidad de San Juan, Células de Evangelización y Mothers Prayers.

El segundo día del congreso estuvo centrado en el Regnum Christi y su misión en la difusión y formación de la fe. Entre las intervenciones, destacó la del cardenal Velasio De Paolis, delegado pontificio para la Legión de Cristo y el Regnum Christi, quien dejó expresamente a un lado las reflexiones escritas que tenía preparadas para la ocasión y optó por regalar a los participantes unas palabras apasionadas en familia que fueron confirmación y estímulo en esta etapa de renovación, purificación y maduración que está realizando este movimiento bajo la guía de la Iglesia: «Toda esta realidad del Regnum Christi yo empecé a conocerla, poco a poco, por un mandato pontificio», contó el cardenal. «Con el paso del tiempo, se ha descubierto la verdadera gran realidad, preciosa», afirmó. «Dios no se detiene con el mal, y nos renueva y nos ayuda a emprender el camino. Nos encontramos delante de una realidad bella, un movimiento católico de apostolado en el que está presente todo el pueblo de Dios: toda la Iglesia está presente en el Regnum Christi, y la unidad es más bella cuando se armoniza esta variedad», explicaba De Paolis en referencia a la variedad de vocaciones dentro del Regnum Christi, movimiento al que pertenecen sacerdotes, religiosos, consagradas y consagrados, laicos y sacerdotes diocesanos.

«El camino ha sido difícil –reconoció–, y el fruto ha sido el redescubrimiento de esta realidad unitaria que comparte un carisma común», dijo el cardenal, que en repetidas ocasiones calificó la realidad del Regnum Christi de bella, preciosa y muy buena.