Una nueva Semana Santa para asombrarse ante el Crucificado - Alfa y Omega

Una nueva Semana Santa para asombrarse ante el Crucificado

En plena pandemia, es una ocasión para levantar la mirada, dirigirla hacia la cruz y redescubrir el amor de Dios al ser humano

Alfa y Omega

«Se cancela la Semana Santa», se podía leer hace un año, en pleno confinamiento, en algunos medios de comunicación. «Los cofrades se quedan sin su Semana Santa», han titulado otros este último mes. Pero lo cierto es que, aun con restricciones y sin procesiones, la Semana Santa no se ha cancelado porque, por encima de todo, de lo que se trata es de acompañar al Señor en su Pasión, Muerte y Resurrección.

Como subrayó el Papa Francisco el Domingo de Ramos, Jesús «se despojó de sí mismo, […] se humilló a sí mismo» (Flp 2, 7-8) y «subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento». Probó «nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e incluso el abandono de Dios», y, al experimentar «nuestras contradicciones más dolorosas», «las redimió, las transformó».

Esta Semana Santa, marcada otra vez por la pandemia y el dolor y la incertidumbre que esta provoca, es una ocasión privilegiada para levantar la mirada, dirigirla hacia la cruz y redescubrir el profundo amor de Dios al ser humano, a cada persona con nombre propio. Hay que experimentar este asombro porque, en palabras del Pontífice, «¿cómo se puede testimoniar la alegría de haber encontrado a Jesús si no nos dejamos sorprender cada día por su amor admirable, que nos perdona y nos hace comenzar de nuevo?».

Hoy muchos se sienten incómodos ante la cruz, hasta el punto de apartar la mirada, y algunos incluso la atacan quizá porque obliga a cuestionarse los propios estilos de vida y a calibrar hacia dónde se dirige esta sociedad. Con el ejemplo absoluto de amor y entrega, en la cruz hay una invitación a construir un mundo de hermanos, como remarca a menudo el Papa Francisco. Aquí y ahora, en un tiempo en el que han salido a relucir con nitidez la vulnerabilidad y el individualismo, «Dios se ha revelado y reina solo con la fuerza desarmada y desarmante del amor».