Los jóvenes de Rumbek han peregrinado 400 kilómetros para ver al Papa - Alfa y Omega

Los jóvenes de Rumbek han peregrinado 400 kilómetros para ver al Papa

Acompañados por el obispo Christian Carlassare, 60 jóvenes católicos y protestantes han celebrado una novena de parroquia en parroquia

María Martínez López y Victoria I. Cardiel
Carlassare con su homólogo anglicano, Alapayo Kuctiel. Foto cedida por Christian Carlassare.

Los jóvenes de Rumbek se han preparado para la llegada del Papa a Sudán del Sur este viernes con una novena de 400 kilómetros. Aceptaron el reto cuando su obispo, Christian Carlassare, les propuso recorrer a pie parte de la distancia a Yuba, ante la falta de recursos para costear el viaje. Partieron el 25 de enero, último día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, y está previsto que lleguen a la capital este jueves. Han viajado «de parroquia en parroquia, llevando un mensaje de comunión». En cada una, animaban con canciones y representaciones una etapa de la «novena de oración y reflexión sobre el caminar juntos», todo compuesto por ellos. Les acompañan jóvenes episcopalianos y el obispo anglicano de Rumbek.

Participarán en la primera visita de un Papa al país más joven del mundo, que tiene «carácter ecuménico». Con el primado anglicano, Justin Welby, y el moderador de la Iglesia presbiteriana en Escocia, Iain Greenshields, el Santo Padre «hará un llamamiento a la Iglesia a renovar su compromiso con la paz» frente al conflicto que estalló en 2013.

Sudán del Sur
Población:

11,5 millones

Religiones:

Católicos, 52,4 %; animistas, 32,9 %; protestantes, 8 %, y musulmanes, 6,2 %

La clave para lograrlo, según el obispo, es «la conversión del corazón», de forma que se pueda «ver la realidad de pobreza que aflige a este pueblo y escuchar el dolor y la frustración» ante el encarecimiento de la vida, la casi imposibilidad de acceder al privilegio de un trabajo remunerado y la incertidumbre. «La primera necesidad es la estabilidad del Gobierno y de las instituciones, que puedan garantizar la seguridad y la recuperación económica». Pero junto al «desarme del corazón» de la sociedad y de sus líderes, hace falta un «desarme real». Las armas «son una maldición para el país», asegura este pastor, que en abril de 2021 sufrió él mismo un ataque. Cuando se renuncie a ellas, «muchos desplazados y refugiados —casi un tercio de la población— podrán regresar».

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